lunes, 3 de diciembre de 2018

ARTE E INDUSTRIA CULTURAL




Elkin Bolaño Vásquez
Fundación BAT

La Mona Lisa de Leonardo da Vinci es la obra maestra más conocida en la historia de la humanidad, a tal punto que su imagen es un ícono trasnacional que se recrea incesantemente en pinturas costumbristas, grafitis, tarjetas y camisetas. Es comparable a la manzana mordida de Iphone o la caligrafía de Coca-Cola. Su reconocimiento se debe a la tecnología que facilitó la reproducción masiva de imágenes. Con la reproductibilidad el arte se acerca al espectador desprevenido a costa de que sea percibido como mero entretenimiento. En este sentido, el arte pierde su carácter sublime, que al lado de la religión es la producción humana capaz de alcanzar las fibras más sensibles e intimas del ser ¿Qué relación hay entre la unicidad de la obra de arte y su connotación sublime?
En sentido estricto, la imposibilidad de reproducir el gesto creativo en la ejecución de una pieza maestra no depende sólo de su genialidad, pincelada o golpe perfecto en el cincel, también es importante y decisiva la base económica que la financia y populariza. La genialidad de Leonardo no se limita a su arte, sin embargo, es lo más representativo de sus creaciones porque fue uno de los protegidos de la familia más poderosa del Renacimiento, los Medici. Si bien las dinámicas económicas se han transformado desde aquella época hasta ahora, el arte también cambio su posibilidad de culto, pues pasó desde el artista genio a las grandes sumas de dinero que se pagan en las casas de subastas.

Es en esta relación entre el dinero y el arte donde la industria cultural hace su apuesta. Si el arte es sacro, es decir, una obra maestra, ¿qué hacer para que se convierta en un bien cultural de consumo masivo? Entre los recursos convencionales que requieren altas inversiones de capital están la edición de libros, la producción de documentales y el diseño de exposiciones en los museos más prestigiosos del mundo. Actividades que catapultan al turismo cultural como uno de los segmentos más importantes de esta industria. Pero ¿qué pasa con los artistas, gestores, profesionales e instituciones que dedican sus esfuerzos a las diferentes manifestaciones artísticas que no califican en dicho segmento? Es imprescindible que los artistas y promotores culturales dejen de pensar como tales y aprendan a ser emprendedores porque la solución está en las lógicas del mercado, esto es, en la oferta-demanda de productos y servicios.
Según esto, un artista no puede limitarse a producir su obra u objetos artísticos vendibles, sino que por el escaso número de compradores deben convertir sus obras en servicios. Por supuesto, los artistas no lo pueden todo por lo que requieren trabar alianzas con profesionales dedicados a dichos menesteres. Es de aclarar que aquí no se defiende ni se rechaza las apuestas de las industrias culturales, lo que se busca es visibilizar las exigencias que tienen el pensamiento artístico y creativo. Es claro que la gran mayoría de las personas que se dedican al arte no derivan su sustento económico del mismo, sino que deben comprometer su tiempo y esfuerzo a oficios que permitan subsanar las necesidades básicas.

Es importante anotar que en la etapa productiva de mayoría de las obras maestras hubo financiamiento de largo aliento, esto sin olvidar a los grandes maestros que vivieron y murieron en la miseria porque se opusieron a los grandes mercaderes para padecer la pureza del arte. Es en esta paradoja en donde la industrial cultural promulga sus condiciones para producir un arte lo suficientemente popular que provea de recursos económicos sin disminuir su pureza, que su potencial de afectar la fibra más sensible no se convierta en un melodrama ¿Qué necesitan los colombianos de los artistas? ¿son las actuales circunstancias de Colombia, espacios de posibilidad para abandonar el arte de culto y perfilar un arte transformado en servicios? En la era del posconflicto ¿cuál es el arte que necesita el país? ¿Cuál sería el carácter ético de Colombia si convierte el sufrimiento de las víctimas del conflicto en un producto o servicio artístico? ¿Cuál sería el valor social del arte en Colombia si no se preocupa por desentrañar los traumas del conflicto? ¿Qué tipo de arte ayuda en la reivindicación de las víctimas? Estas son las paradojas a las que se enfrenta el arte y que no se pueden subsanar únicamente por las lógicas del mercado.


¿QUÉ PIENSAS SOBRE LAS EXIGENCIAS QUE SE HAN IMPUESTO AL ARTE?

1 comentario:

  1. Mientras no se arregle la capacidad adquisitiva económica del pueblo colombiano los artistas siempre estaremos abocados a vivir con pocos recursos, como dijo un amigo mío los artistas estamos condenados a vivir piojosos, además es importante la educación del pueblo para que mejore la capacidad de aprecio de las obras de arte, y no estemos esclavizados a comprar lo que nos indican los medios y las mal dichas tendencias, solo para intentar el aumentar los mercados de algún producto específico.

    ResponderBorrar