jueves, 9 de enero de 2020

DIÁSPORA DE MAMPUJÁN




Por: Elkin Bolaño Vásquez

En la última feria de “Expoartesanías 2019” la Fundación BAT en alianza con Artesanías de Colombia realizaron un homenaje a las Tejedoras de Mampuján por medio de una exposición en la que se presentaron 9 telares que tiene en custodia el Museo Nacional de Colombia y que serán parte de la colección permanente del Museo de Memoria de Mampuján cuando este sea terminado y entregado a sus habitantes. También se exhibieron algunos de los elementos cotidianos más significativos de la región para proponer algunas lecturas cruzadas entre los telares y la vida diaria. Allí se encontraban una mecedora, un sombrero, un machete, una tinaja, una lámpara a gas y otros enceres.

Adicionalmente, también se podían apreciar telares en pequeño formato que fueron resultado de talleres que las Tejedoras hicieron en distintos municipios del Departamento de Bolívar y que fueron auspiciados por la Fundación BAT y el Instituto Departamental de Cultura y Turismo de Bolívar (Icultur).

En relación con los 9 telares prestados por el Museo Nacional de Colombia, se observó que las Tejedoras vuelven su vista al pasado para remontarse a su origen afrodescendiente para revisar las distintas desventuras sufridas por su pueblo desde el continente africano. Cada telar tiene un título y describe sin prevenciones las situaciones de un pasado que aún las acecha en el presente. 1. África raíz libre, 2. Travesía, 3. Subasta, 4. Rebelión, 5. Llegada del cimarrón a la libertad, 6. Actividad cotidiana del cimarrón, 7. Origen del desplazamiento, 8. Hacinamiento, 9. Secuestro.

La característica que es trasversal a la mayoría de estas piezas es la representación de actividades cotidianas que por distintas razones se fracturan. Esto supone la aprehensión de la importancia del territorio cuyo significado está más allá de un espacio geográfico, y que supone un intrincado intercambio de relaciones de poder desde los cuales se distribuyen los roles y responsabilidades de sus habitantes, esto es, donde se aceptan y reproducen los comportamientos y los acuerdos. En últimas es donde se siembran y cultivan las culturas. Cocinar en fogón de leña, recoger agua en los ríos aledaños, el cuidado y los juegos de los niños, la cría de animales de granja y las actividades agrícolas son las actividades que estructuran su cultura y alimentan la solidaridad. Al desarticularse estos modos de vida las comunidades quedan en un limbo que termina en el desarraigo, en la pérdida del territorio. Por ello la importancia del territorio y la necesidad de volver la mirada a África desde donde inicia la gran diáspora afrodescendiente. Si bien los mampujenses no conservan una lengua propia, tal como sucede con los palenqueros de San Basilio que están apostados en el mismo departamento de Bolívar, es evidente que aún conservan algunas de las tareas cotidianas de su continente originario.

Sin lugar a dudas este es uno de los elementos más significativos de la labor que hacen las Tejedoras y por ello podemos hablar de una diáspora que esparcen tanto en espacios nacionales como internacionales, pues a través de una actividad cotidiana que no exige ausentarse de sus hogares, más que para atender algunas reuniones periódicas, reivindican las tareas del día a día como un hacer permanente que otorga distintos significados a la vida y refuerza sus vínculos culturales propios del territorio. Por ello, al pensar esta exposición se tenía en el horizonte de alternativas las decisiones que tomaron los habitantes al retornar a su terruño y construir el Nuevo Mampuján, pues necesitaban reapropiarse de aquello que se les habían arrebatado.

Las ruinas del antiguo Mampuján adquirieron un carácter simbólico, una suerte de contramonumento que conmemora su tragedia más cercana, el desplazamiento masivo de 245 familias en marzo del año 2000 a manos de un grupo de paramilitares. En estas ruinas las familias y demás habitantes se reunían para hablar de lo ocurrido, pero especialmente, su interés era mostrar su pasado a las nuevas generaciones y así reconstruir una historia dispersa que pocas instituciones se interesan en recopilar y contar. En este sentido la construcción de memoria se inicia en las interpretaciones e historias que se pueden contar al establecer relaciones entre los objetos abandonados, las ruinas y los telares.

La utilización de retazos de tela, sus colores llamativos y la habilidad de coser que se otorga a las mujeres permitieron que las Tejedoras encontraran un modo de comunicar lo que permanecía oculto en sus entrañas y que no podían enunciar con palabras precisas. Darles forma a esos retazos ayudó a aflorar sentimientos que pudieron describir. Alrededor de todo este ejercicio invaluable de las Tejedoras, vale la pena preguntarse sobre las estrategias que usaron los hombres mampujenses para construir sus propios duelos, cuáles serán sus versiones de aquel marzo del año 2000.

Ayúdanos a recopilar las versiones masculinas del desplazamiento de Mampuján, estas también son elementos invaluables de la diáspora.