martes, 19 de septiembre de 2017

LA RUTA DE LO POPULAR



Por: Elkin Bolaño Vásquez
Coordinador Salón de arte popular

Demostrar la importancia de la cultura popular para fortalecer la empatía social entre los colombianos, es el eje trasversal por donde se mueven los contenidos y las indagaciones del arte popular. En este sentido, los saberes generados por los artistas empíricos se convierten en alternativas que independizan aquellas técnicas artísticas que fueron absorbidas por las fiestas populares, la música y las artesanías. Formas de expresión que graban sucesos históricos en tallas en piedra o madera, trasmiten sentimientos e ideas por medio de cerámicas y fotografías, conmemoran tradiciones con el uso del tamo o la pintura. Los procedimientos y materiales aprovechados por los artistas empíricos se alzan frente a las exigencias de la escena artística nacional y se cristalizan como saberes que encausan habilidades y conocimientos que estaban ignorados.

Si bien las tradiciones de los pueblos constituyen una diferenciación entre los intereses de lo rural y las preferencias de lo urbano, fue a partir del equipamiento cultural de las ciudades donde se comenzó a valorar las expresiones artísticas como elementos que permiten el desarrollo integral, tanto el del ser humano como el de las comunidades. Sin embargo, el desarrollo humano a partir de las condiciones rurales apela a otro tipo de instancias que están por fuera de la infraestructura cultural. Aunque, no en vano, la gestión cultural tiene una fuente primordial en el sistema educativo, en tanto trasmisor de conocimientos y tradiciones, no hay que descuidar que los saberes propios de los hábitos de la vida diaria sólo se conservan por la vivencia misma, es decir, tales conocimientos se entretejen, acumulan y resguardan por la actuación misma de la sociedad. En este sentido, una de las acciones colectivas de mayor cohesión es la fiesta patronal, que conmemora el santo que resguarda al pueblo y que despliega las bondades de las normas consuetudinarias.



En el intercambio vivencial de los habitantes del campo y de la ciudad se confabulan una serie de influencias que desarraigan lo propio para dar paso a lo foráneo. En este sentido, las tradiciones autóctonas sufren con la fiebre de las modas internacionales, la masificación de estándares de belleza, de lo bueno y lo correcto elimina las preferencias y aspiraciones de cada comunidad, las necesidades de las grandes urbes se imponen a las gentes de los pueblos, la tergiversación de los conceptos de identidad y tradición es contrapuesta a la innovación y a la internacionalización para consolidar una relación jerárquica entre los conocimientos innovadores y los saberes tradicionales. Todo esto gracias a la globalización económica que se concentró en el mundo citadino y que relegó al mundo rural a lo subalterno.

Frente a estos embates, en el recorrido de la ruta de lo popular, las expresiones artísticas han tomado consciencia sobre la importancia de mirar hacia dentro, pero sin perder de vista los dominios externos. Lo popular aglutina por fuera de un orden programático que estandariza las diferencias para reducir los esfuerzos de explicación y comprensión. El aporte vivencial de lo popular, desborda en experiencias que alimentan las condiciones sociales, no por la repetición de la rutina, sino por las contingencias que apuran en la búsqueda de soluciones.

En la ruta de lo popular y el arte que en este camino se desarrolla, se formaliza un saber hacer que intenta adaptar el patrimonio construido desde la cotidianidad y la tradición, a las exigencias del mundo actual, para buscar nuevos significados que generen sentido de pertenencia dentro de los diferentes actores sociales. En este sentido, el diálogo es el engranaje democratizador de los valores estéticos populares, flexibilizando su articulación con las necesidades del acervo emocional y vivencial hacia la convivencia pacífica, es decir, el arte popular desarrolla un alfabeto conceptual dinámico que trasciende las tendencias urbanas y globales para alimentar la rutina con nuevas perspectivas de aprehensión de la realidad. Con todo esto se despliega el mestizaje y la diversidad que habla de la riqueza cultural de Colombia, que inicia en lo rural y se disfruta en la ciudad.

¿ENCUENTRAS ALGUNA VINCULACIÓN ENTRE LO RURAL Y LO URBANO EN EL DESARROLLO DE LO POPULAR?


¡¡CUÉNTANOS TUS APRECIACIONES!!