jueves, 21 de junio de 2018

EL RETRATO





Elkin Bolaño Vásquez
Fundación BAT

El retrato es un género artístico que tiene trascendencia en la historia del arte no porque los artistas representan de modo realista o captan rasgos psicológicos del modelo. Su importancia depende más del equipamiento que tiene el cerebro para descubrir la información oculta en la expresión facial. Cuando el cerebro contempla un rostro sacia su necesidad de adquirir nueva información, necesidad que no puede ser suplida fácilmente por ningún otro elemento del mundo. Para el cerebro es indispensable detectar las emociones de los rostros que lo rodean porque de esa manera es posible adecuarse a las exigencias de la interacción interpersonal y la comunicación. El dispositivo neuronal destinado a la observación del rostro supone una ventaja evolutiva en términos de adaptación y supervivencia.

Un aspecto importante por el cual el retrato tiene trascendencia en historia del arte y en la vida diaria de los individuos, como lo demuestran las selfie, es porque el cerebro al estar frente a un rostro tiene la tarea primordial de identificar cuáles son las emociones que lo acompañan. Una explicación sobre el tema surge de los estudios neurológicos en donde se concluye que las expresiones emocionales son fundamentalmente no-verbales, es decir, su medio de comunicación predilecto es el cuerpo. Esto se debe a que el cerebro decodifica el mensaje contenido de las expresiones faciales directamente con la amígdala, que es la parte del cerebro que se encarga de descifrar el significado emocional de la información no-verbal y que por lo general está lejos del alcance del cerebro racional. Para la amígdala no existe ninguna diferencia entre la realidad virtual y la realidad física, por ello, la sinapsis que interpreta el estado emocional de un retrato, hace que copiemos tales expresiones como si se estuviera frente a una persona real.

Desde el punto de vista de la función social del arte, el retrato cumple una tarea fundamental en la reconstrucción histórica al aportar pautas sobre el carácter de las personalidades inmortalizadas, especialmente cuando se tiene en cuenta que estas eran poderosas e influyentes en las épocas y sociedades que vivieron. Además, ayuda a la consolidación de la empatía porque enseña a reconocer ciertas características que se muestran comunes al momento de identificar emociones y rasgos particulares de los temperamentos que puedan desarrollar los individuos. Según la neurología del retrato desarrollada por Semir Zeki (2005), el artista retratista universaliza las expresiones faciales más sutiles al convertirlas en modelos de información que ayudan a constituir características para identificar estados mentales y rasgos psicológicos, es decir, la trascendencia del retrato no es la representación de personajes sino la presentación de elementos contantes que se asocian a personalidades y estados de ánimo.[1]

Bajo esta rubrica, el rostro de toda persona refiere la frontera entre una propiedad íntima y el encuentro con lo público, pues es éste el que permite una transferencia de emociones y saberes que demanda la humanización de la humanidad. Cuando un artista utiliza su propio rostro o el de otras personas, supone la idea de una desmaterialización de la personalidad, de la individualidad para sugerir que la trasmutación de los rasgos fisiológicos es, a todas luces, la riqueza manifiesta de lo humano. Una riqueza que se compone de la capacidad que tienen las circunstancias sociales, los recuerdos y los deseos para redibujar el rostro que individualiza la psiquis de cada persona.

¿ENCUENTRAS ALGUNA DIFERENCIA ENTRE LAS EXPRESIONES FACIALES DE UN RETRATO O DE UNA PERSONA?

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[1] En el cerebro humano, la región fundamental del reconocimiento de rostros se localiza en el llamado giro fusiforme, una zona que suele lesionarse bastante a menudo después de un golpe. La consecuencia es un síndrome importante conocido como prosopagnosia, aunque hay cierto desacuerdo entre los neurólogos sobre que es realmente la prosopagnosia. La mayoría cree que se trata de un síndrome que afecta a la percepción del rostro de manera exclusiva o predominante. Algunos neurólogos creen que la prosopagnosia es un fallo en el reconocimiento de todos los rostros, otros tan solo los familiares. La verdad es que, probablemente, existan ambos tipos de prosopagnosia y la diferencia de opinión se debe al hecho de que las diferentes partes del giro fusiforme estén especializadas en diferentes aspectos de la percepción de rostros. Para una ampliación sobre el proceso neurológico del reconocimiento de rostros consultar, Invisibilidad facial o un retrato de la prosopagnosia. (Zeky, 2005, p.193)