Por: Elkin Bolaño Vásquez
Fundación BAT
En tiempos de paz los hijos sepultan a sus padres, en
tiempos de guerra los padres son quienes sepultan a sus hijos. Después de búsquedas incansables,
corazones destrozados y calumnias estigmatizantes, las Madres de Soacha lo
expresan contundentemente: Nosotras no
parimos hijos para la guerra.
¿Qué tiene que ver esto con el arte?
En tiempos de paz y en sociedades
inclusivas y democráticas las expresiones artísticas de todo género son
apoyadas ampliamente y su mayor promotor es el Estado porque reconoce en ellas
formas de pensamiento que se conectan directamente con las fibras más sensibles
de los conciudadanos, lo que a la postre contribuye al desarrollo de
consciencias sensibles. Sin embargo, en tiempos de guerra y en sociedades
excluyentes y hegemónicas el financiamiento de la promoción del arte se
disminuye radicalmente hasta el punto que algunas de sus prácticas y temáticas
son prohibidas. Para la mentalidad bélica el arte es una especie de virus que
debe ser controlado para después soltarlo como un agente patógeno que inocule
ideas que favorezcan los intereses del poder. El arte sirve para ambas cosas:
para explorar y analizar las profundidades de los fenómenos y con ello
estimular mentes críticas y solidarias o para la manipulación y la segregación
promoviendo prácticas sectarias donde la unión no es para la cooperación, sino para
la destrucción de lo diferente.
Bajo las influencias que pueden tener
las tensiones del poder en la tarea artística,
las batallas del arte inducen una confrontación entre la cruda realidad que
enturbia las intenciones más nobles de la esfera social y el trabajo silencioso
del arte que busca desnudar su belleza, pues confía que el trasfondo
psicológico, imperfecto y limitado de la sociedad anhela el descubrimiento de
un sendero que guíe a la sabiduría para alcanzar de algún tipo de perfección.
En un espacio académico en el que participaron cuatro Madres
de Soacha observe que en la narración de sus sufrimientos deambulaban
libremente expresiones artísticas que muchos artistas contemporáneos
envidiarían. Una de ellas, por la búsqueda de su hijo y su sobrino decidió
hacer antifaces en los que aparecen impresos los ojos de sus desaparecidos,
para que quienes la escucharan los miraran de frente. Este tipo de “performance” quebró con mucha facilidad
el espíritu de los convidados a la cita. Una segunda madre decidió que llevaría
su hijo a cuestas con un tatuaje en su brazo. Una tercera prefirió construir un
altar (instalación in situ) donde
podía conversar todas las noches con su hijo y la última, después de visitar
muchas fosas comunes, entendió que la fosa común más grande e inexpugnable de Colombia
y que nunca permitirá sacar los moradores de sus entrañas, es el río Magdalena.
En sus narraciones se podían escudriñar situaciones recurrentes
y espontáneas que contenían la esencia de sus intereses vitales. Espontáneas
porque la conexión emocional permite hablar sin tapujos sobre las
preocupaciones y deseos más íntimos. Tal vez la pregunta más significativa y
que cambió la dirección del encuentro fue ¿Y pasa con los Padres de Soacha? Fue
un llamado de atención que estas madres abnegadas agradecieron.
Las convulsiones emocionales y racionales de este encuentro
hacen patente la necesidad de entender el espíritu voyerista del arte con una inagotable
curiosidad que se esmera por hacer visibles los pensamientos más intensos y que
no son capturados por las paradojas del poder. Voyerista en tanto observador
intenso que a pesar de sus propias fragilidades encuentra belleza donde otros
sólo ven horrores. Esta es precisamente una de las batallas del arte, mostrar
que su voyerismo no es morboso, sino que tiene el potencial de hacer vivir
sentimientos inimaginables. Cuando las Madres de Soacha hablan de sus hijos
terminan por trasmitir el vacío de sus almas.
¿Cuáles pueden ser las batallas que tienen las obras después
que se convierten en capital simbólico público?
Como idea general podemos afirmar que cuando se hacen investigaciones
periódicas del arte se pueden descifrar los grados de convulsión que vivía esa
sociedad. En este sentido, el arte es testimonio de su época y su estudio invita
a una revisión de la historia institucionalizada, pues esta toma la forma del
poder que la edita y publica. Las Batallas del arte no se limitan a su
producción, pues los artistas han demostrado que la precariedad es un nicho de
abundancia para la creatividad. Tampoco a las limitaciones de su divulgación
debido a que siempre habrá obras que no alcanzarán la luz en su propia época.
Su mayor batalla es dejar de ser percibido como testimonio y memoria, porque
esto lo encierra en un carácter subjetivo, y pasar a ser un elemento esencial
de la historia porque proporciona un amplio espectro de objetividad.
Contar la historia a través del arte es descifrar un
significativo número de obras que se unen en preocupaciones cercanas con interpretaciones
desiguales. Mientras que un pintor frota su pincel sobre una superficie plana y
un escultor acaricia o cincela la materia maleable con sus manos ¿qué
procedimiento usa el artista que se enfrenta a las batallas del arte? Parece
que lo único claro es que se necesita de muchas más habilidades que el
virtuosismo técnico o la erudición personal.
¿CUÁLES SON TUS
BATALLAS?
Comentario de Javier Antonio Pulido:
ResponderBorrar"MIS BATALLAS SE ENMARCAN EN LAS LUCHAS DIARIAS POR LA SOBREVIVENCIA HASTA GANARLE LA GUERRA A ÈSTA Y ALCANZAR UNA INMORTALIDAD SUBJETIVA BASADA EN EL SURREALISMO DE LA VIDA"
Mis batallas forman parte de mis creaciones, intento llevar una reflexión para que permanezca nuestra identidad a través de las diversas manifestaciones de un pueblo, el uso de los alimentos regonales, hasta que sean la cultura gastronómica, la forma de expresar el lenguaje y sus custumbrismos, el canto, la música, la danza, la talla en madera para uso funcional, el respeto por todos los seres que formamos este universo con su gran diversidad, el respeto por el campesino, el trabajador que construye nuestras casas y carreteras y todos los que son invisibles, a los ojos despreocupados de la mayoría, porque no apreciamos nada hasta que falta en nuestra mesa o nuestra casa y sólo se queda en el recuerdo de los abuelos, a quienes menospreciamos al igual que a los niños que trabajan en lugar de ir a la escuela.
ResponderBorrarMuchas veces no logro hacer visibles mis batallas y esta también es mi batalla de todos los días.
Corrección: costumbrismos.
ResponderBorrarQuienes somos sin IDENTIDAD?
La ciudadania, prensa y hasta el mismo procurador general de la Nación critico la manera como se coarta el libre pensamiento de plasmar una obra de arte con el titulo QUIEN DIO LA ORDEN estaban los los altos mandos de la época de policias y militares con sus rostros con el # de baja muertos en falsos positivos de civiles, lideres sociales y campesinos según fue borrados por la fuerza pública y militares, la sociedad condena estos tipos de echos nos demuestran una vez más como reina y campea la impunidad en en este país; en un Estado de derecho donde se pisotea la justicia como algunos "Padres de la patria" y nuestros " Heroes de guerra" y Corruptos de cuellos blancos. Esa ea nuetra verdadera identidad.
ResponderBorrarHola Alfonso podrías ayudarnos con la imagen de la obra que mencionas para establecer algún tipo de diálogo y análisis sobre la misma.
ResponderBorrarGracias!
La lucha es por develar el engaño al que nos somete el sistema mercantilista y consumista y al que el artista contemporáneo, impúdicamente, se presta. No se equivoque ni induzca al error Sr. Bolaño. Es morbosidad ! revestida de mucha banalidad, que no desarrolla ninguna conciencia sensible, sino todo lo contrario: naturaliza el horror, cotidianiza la barbarie, como cualquier noticiero amarillista. Eso no es arte. Y mucho menos arte para la reparación simbólica que tanto adolece nuestra sociedad. Y menos ayuda a superar el duelo de las víctimas indirectas que han dejado y siguen dejando los falsos positivos. Que gran mentira y estupidez decir que estamos en tiempos de paz!!!
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