martes, 31 de octubre de 2017

LA RENOVACIÓN DE LO POPULAR



Por: Elkin Bolaño Vásquez
Coordinador Salón de arte popular

Antes del año 1991 los conceptos tradición, identidad y cultura tendían a significados peyorativos o elitistas, según fuere el caso. Los dos primeros eran entendidos como añoranzas de un pasado vergonzoso del que había que escapar, para alcanzar los beneficios de la civilización. Referirse a ellos era ir en contravía del progreso civilizatorio. Mientras cultura, remitía a conocimientos y sentimientos sublimados por los poderes políticos, económicos o eclesiásticos. A partir de los cambios históricos mencionados, tradición e identidad no deben sus significados y valoraciones exclusivamente a los pueblos indígenas y afros, también comparten algunas influencias del ámbito urbano y cosmopolita, ya que más que antagonistas, fomentan una complementación que es coherente con las dinámicas de la sociedad contemporánea.

En este proceso de reconciliaciones y acuerdos la Fundación BAT se embarca en una idea cuya realidad era difusa. La preocupación más sentida en el inicio del Salón de arte popular fue la incertidumbre sobre la existencia o no de artistas empíricos que estuvieran deseosos de participar en este tipo de certamen. Sin embargo, las perspectivas fueron superadas ampliamente, abriendo un abanico tanto de posibilidades como de limitaciones que estaban por fuera de toda proyección.


La aceptación del arte popular no depende exclusivamente de su participación en el circuito artístico del país, sino que también depende de otros factores que no se hacen explícitos en las dinámicas de circulación de los bienes artísticos. Para los artistas que han contribuido al proceso de consolidación del arte popular en Colombia, existe un regreso inevitable a las ideas de tradición e identidad que son los preceptos por los cuales las mayorías demográficas intentan el reconocimiento y legitimación de sus modos para enfrentar la vida. Sin embargo, en un seguimiento agudo del resultado del trabajo de estos artistas se percibe pequeños giros en los que los significados de estos conceptos comienzan a renovarse. ¿No es una estrategia común reconocer algo en comparación con lo que no lo es? Si la novedad, no remite a la historia, los pueblos, desde sus conformaciones, reiteran su pasado. Si la ciudad es un organismo que reproduce el vértigo de la vida actual, la ruralidad es el nicho de la pausa y la contemplación. Si la escritura permite conservar el conocimiento de la humanidad, la oralidad narra los saberes de los antepasados.

Estas comparaciones se perciben en las obras presentadas en las cinco ediciones del Salón BAT de arte popular. Y es gracias a las intuiciones de estos artistas que podemos reconocer la importancia que tiene para la tradición, el proceso de adaptación a las exigencias del vértigo actual. Ahora su reconocimiento no está a merced de contrastarse con su contrario, sino que se han incorporado particularidades que dependen de sí mismas, en tanto folclor, sincretismo, alimentos e indumentaria que tiene su propio origen, desarrollo y puesta en escena. En este recorrido su sustrae la posibilidad de la renovación de lo popular, en tanto que se sacude de las concepciones socioeconómicas, educativas y etnográficas, para incorporar cualidades que están en el orden cognitivo.

Lo popular no puede seguir siendo concebido en relación con una postura elitista, tampoco con la popularidad de un acontecimiento o un personaje. El arte popular demuestra que existe una capacidad analítica y propositiva que se preocupa por lo que sucede a su alrededor, que no se abstrae en explicaciones institucionalizadas y que reconoce que hay influencias que deben matizarse para que tradiciones sigan vigentes como parte del proceso de cohesión de nuestra sociedad.


¿Qué elementos se han renovado en las obras participantes de los salones de arte popular?