lunes, 8 de julio de 2019

CIUDADANÍA CULTURAL. La apuesta de Antanas Mockus




Por: Elkin Bolaño Vásquez
Fundación BAT Colombia

Una de las primeras preocupaciones de Mockus, mientras fue alcalde de Bogotá entre los años 1995 y 1998, fue el alto índice de muertes violentas en la ciudad. Para ello ideó el programa Cultura ciudadana con el que combatió la “violencia física” con “violencia simbólica”[1], que es aquella “acción deliberada que apunta a transformar significados, a ´hacer pensar´, a someter a situaciones de perturbación las identidades, las relaciones, los límites del comportamiento esperado y/o aceptado”. Para llevar a cabo el programa se utilizaron iniciativas cuyos nombres funcionan como metáforas: Ley Zanahoria, Caballeros de la cebra, Ley optimista, Tarjetas y mimos, Estrellas negras, Croactividad, Desarme voluntario, Chaleco antibalas, Pirinola: todos ponen, Espadas de plásticos. Como componente adicional hubo la necesidad de crear un instrumento de análisis denominado Colcordia[2] donde se indican los resultados del programa.

Para explicar los resultados del informe se presentan 5 conclusiones: 1. La capacidad de celebrar y cumplir acuerdos, 2. La anomia, 3. La aversión a las normas, 4. El pluralismo y 5. El descuido. Estas conclusiones tienen como común denominador la disposición emocional de las personas para comprender las consecuencias que tiene el comportamiento individual en las dinámicas sociales. En otras palabras, podemos hablar de una alfabetización estética que requiere parámetros para configurar una estructura afectiva que consolide la convivencia, pues las emociones se regulan con los comportamientos que avalan los valores morales y las tradiciones culturales. Esto está en correspondencia con procesos pedagógicos que motivan del pensamiento crítico y la expresión simbólica, lo que explica la elección de los nombres de las iniciativas de la Cultura ciudadana, porque obliga a los ciudadanos a pensar y analizar tales metáforas.

Adicionalmente, el informe propone que la convivencia no es únicamente la ausencia de violencia, que es el indicativo que más se buscaba disminuir, sino que también se puede caracterizar en otras dos circunstancias: la primera se refiere al logro de gratificaciones tras la disminución de castigos y la segunda es la regulación moral. En este sentido, el programa Cultura ciudadana alcanza mayor injerencia cuando las regulaciones sociales se dan en el orden de lo cultural y en menor proporción en el orden legal, lo que recuerda a Aristóteles cuando hace énfasis en la mayor importancia que tienen las reglas consuetudinarias en comparación con las normas escritas.

Teniendo en cuenta lo anterior, la ciudadanía cultural tiene un valor intrínseco que muestra que la estética y la ética se expresan en los comportamientos y las relaciones de las personas que confían más en las propias creencias que en las normas legales. La ciudadanía cultural es el resultado de una amplia difusión de la alfabetización estética que se podría definir en 5 características:

1. Los comportamientos sociales, además de las circunstancias materiales, económicas y políticas también dependen de las connotaciones estéticas y éticas que se fundamentan en tradiciones  las culturales y los valores morales que las costumbres producen.
2. Transformar la “violencia física” por medio de la “violencia simbólica” implica reconocer el potencial el pensamiento crítico y simbólico para introducir interpretaciones alternas del fenómeno.
3. Reconciliar al individuo con las exigencias sociales requiere reivindicar la cotidianidad y el sistema cultural dentro del orden legal. Esto conlleva a una armonización entre la vida diaria y la estructura legal.
4. La creatividad como elemento intrínseco de consciencia estética, amplía las posibilidades interpretativas de la vida, permitiendo adaptaciones más coherentes con las exigencias del mundo actual.
5. Con las diversificaciones del pensamiento crítico y simbólico el hombre común puede descubrir nuevos sentimientos y comprensiones sobre su poder de afectar positiva o negativamente su colectividad.

La ciudadanía cultural es el derecho que tienen las comunidades para constituir, divulgar y conservar sus hábitos y tradiciones, y también la posibilidad de adaptación de sus normas consuetudinarias a las exigencias de los intercambios culturales. La ciudadanía cultural más que un derecho legislativo formal, es un estado de empatía social que se constituye sobre la base de una alfabetización estética que reduce la jerarquía de las relaciones sociales.

¿CÓMO IMPACTA TU ALFABETIZACIÓN ESTÉTICA EN LA CONSOLIDACIÓN DE UNA CIUDADANÍA CULTURAL?




[1] Este es un concepto propuesto por el sociólogo francés Pierre Bourdieu en su libro: Bourdieu, P., y Passeron, J.C. (1979). La reproducción. Elementos para una teoría de la enseñanza. Barcelona: Laia. Libro I, Fundamentos de una teoría de la violencia simbólica, pp. 39-107.

[2] Mockus A., y Corzo, J. (2003). Cumplir para convivir: factores de convivencia y su relación con las normas y acuerdos. Bogotá, Colombia: Universidad Nacional de Colombia. Instituto de estudios políticos y Relaciones internacionales. Unibiblos.