martes, 1 de febrero de 2022

UN ARTE CON PERSPICACIA

Elkin Bolaño Vásquez

Coordinador Educativo. Fundación BAT

Una de las valoraciones más generosas de las que disfruta el arte es que tiene el potencial de proveer elementos que pueden transgredir, suavizar, renovar o reproducir modelos de interpretación y comprensión. Esto sucede por la capacidad que tiene el arte para afectar las emociones, convirtiéndose en una suerte de mediación afectiva entre las personas y el contexto social y cultural en los que interactúan.

En tales circunstancias se desenvuelve una amplia gama de emociones que se convierten en matices para el comportamiento. Pero entre ellas resalta la empatía por los amplios estudios que se han desarrollado sobre su base biológica. La investigación neurológica define la empatía como el resultado de neuronas especializadas que están programadas para copiar los estados de ánimo de otras personas, de deducir las intenciones que los impulsa y trazar sus posibles consecuencias. Por la habilidad de copiar reciben el nombre de neuronas espejo, dando a las emociones su motor característico: el contagio.

Sin embargo, y a pesar del valor intrínseco que tiene la empatía por el contagio de emociones, ello no trae, como resultado directo, una actitud activa sobre lo que se siente. Podemos detectar y sentir la tristeza de alguien, pero ello no exige que actuemos para apaciguarla. Un espectador puede sentirse afectado emocionalmente al contemplar y vivenciar una obra, pero su comportamiento puede ser neutral y esperar a que su sensación se diluya. En tal sentido, la experiencia empática contiene un potencial pasivo.

Es debido a la pasividad que porta la empatía que resulta significativo considerar la perspicacia como un eslabón importante dentro de la interacción entre las emociones y la razón. El proceso cognitivo que exige la perspicacia transforma la fluidez empática en valoraciones reflexivas que introducen ajustes a los significados espontáneos que surgen de la vida y de las realidades artísticas y, por tanto, generar cambios en comportamientos automáticos a los que no se les presta atención, pero que generalmente constituyen una base para actitudes poco convenientes socialmente.  

La perspicacia invita a matizar los contenidos semánticos ocultos, a buscar puntos de vista alternativos para ampliar los márgenes de comprensión, adecuándose a las particularidades de cada persona porque le facilita entrelazar informaciones que pueden ser disímiles o contradictorias, al tiempo que contribuye a superar el potencial pasivo de la empatía.  Planteo la perspicacia como una actitud que articula lo emotivo y lo racional para superar la pasividad de la empatía e intentar descifrar los motivos de las situaciones que nos afectan. Considerar el paso de la empatía a la perspicacia no supone identificar un error procedimental de las emociones, es más bien reconocer sus alcances para incursionar en otro nivel cognitivo donde las justificaciones sociales no se reproduzcan sin más, especialmente cuando se convierten en obstáculos para la convivencia.

En última instancia, el desarrollo de la perspicacia depende de muchas más alternativas que de las posibilidades interpretativas del arte. Requiere de una tarea constante que debe ser potenciada por el sistema educativo y todas las fuerzas sociales y culturales que encuentren conveniente desarrollar sociedades con disposición al diálogo, al cambio y a la aceptación de la diferencia como principios ineludibles para la construcción de sociedades prósperas. Ello exige superar la pereza cognitiva que replica los prejuicios y degrada los potenciales de desarrollo de conocimiento, de creatividad y transformación que aporta el arte, para así fomentar una mediación afectiva que considere otros niveles de convivencia social.

En consecuencia, un arte con perspicacia hace la captura del público en dos niveles. El primero y más inmediato es la experiencia empática que hace que el observador dedique algún tiempo para identificar los elementos que hacen a la obra atrayente. En este nivel el espectador se detiene en el aspecto formal de la obra. En el segundo y más pausado aparece la perspicacia intentando construir mensajes a partir de conexiones, muchas veces aleatorias, de los contenidos emocional y racional de los que dispone el público en ese momento. Que se puedan vivenciar estos dos momentos depende en buena medida del equilibrio que logre el artista en sus intuiciones, motivaciones y ejecución, alcanzando algún grado de catarsis con el resultado final. No obstante, esta es una tarea ardua y complicada que nunca se completa.

Esta es la razón por la que el arte no se puede separar de la vida, porque el artista vive a través del arte, y el público debe experimentar el segundo nivel para retribuir el esfuerzo inevitable al que se compromete el artista.

 

¿Qué otros aspectos consideras importantes para desarr0llar la perspicacia?