viernes, 2 de septiembre de 2022

ARTE Y CUIDADO


Por: Elkin Bolaño Vásquez

Coordinador educativo. Fundación BAT

Uno de los asuntos más controversiales de la crisis sanitaria que inauguró la década actual fue el cuidado, porque mucho de este se volcó hacia el sistema médico que tenía, por un lado, la obligación de salvar tantas vidas como fuera posible, incluso a ciegas y sin los insumos básicos, mientras que por otra parte se hizo evidente que el sistema es aún más precario cuando se trata de cuidar a los cuidadores. 

Una tercera situación fue la salud mental, que para la gran mayoría era algo invisible, pero que fue tomando cada vez mayor preponderancia. Y es en esta última situación donde el arte fue tomando más adeptos como un potencial terapéutico, al tiempo que el cuidado trascendió su connotación médica. En tal sentido, para referirme a las relaciones entre el arte y cuidado quiero aprovechar la ampliación que hacen Leonardo Boff y Carol Gilligan del tema.

El teólogo Leonardo Boff, uno de los fundadores de la Teoría de la Liberación, y uno de los intelectuales más reputados del pensamiento ecológico, basa su trabajo en una concepción antropológica distinta. El ser humano es una especie cuidadora que ha sido obnubilada por el antropocentrismo. El cuidado, según lo explica en El cuidado esencial, es una acción que se puede ejecutar sin la participación de una racionalización activa, que implica un compromiso afectivo que tiende a responsabilizarse por la casa común.

Boff también se refiere al cuidado como un deseo que aspira a mejores formas de convivencia, lo que sobrepasa su caracterización individual para adquirir responsabilidad con el sistema orgánico planetario. Aspecto necesario en el planteamiento hecho por la filósofa y psicóloga Carol Gilligan, en su Ética del cuidado, donde analiza que el cuidado no es una función de las mujeres, lo cual es una postura patriarcal, sino de la sociedad como un asunto democrático.

El patriarcado ha establecido criterios obtusos sobre el cuidado, separando el cuerpo de la mente y promoviendo un estándar de belleza, como el ideal de la salud, descuidado los elementos constitutivos de una mente sana. Forma de opresión donde la psiquis se desvincula de sí misma, al restarle importancia a la influencia que tiene en capacidades humanas como la imaginación, la memoria y el pensamiento simbólico. 

Es en el relacionamiento con el otro, donde la imaginación, la memoria y el pensamiento simbólico crean sentido de identidad sobre nosotros mismos, al tiempo que se convierten en el sustento fundamental de la expresión, la comunicación y el reconocimiento. Por ello, para Gilligan, la ética del cuidado supone la expresión de lo que se siente y se piensa, una liberación de la voz como valor democrático estratégico.

Gilligan afirma: “todos debemos tener una voz que sea escuchada por derecho propio y en sus propios términos, y atendida con integridad y respeto. Las voces diferentes son imprescindibles para la vitalidad de una sociedad democrática”. De lo anterior se sustrae que tanto el cuidado como el arte propenden a ajustar las capacidades de la psiquis, la expresión y la comunicación, para crear posibilidades de transformación social. En la psiquis están los cajones de la imaginación, la memoria y el pensamiento simbólico, que al abrirse o cerrarse producen formas de comprender que son usadas en los procesos del arte como terapia.

Aquí es necesario hacer una aclaración. El proceso terapéutico propiciado por el arte no tiene como objetivo producir arte, es más bien un trabajo de resignificación y de apropiación de otras maneras de explicar y comprender las situaciones de la vida. Aquí un ejemplo: El ejercicio de alimentar un diario con los pensamientos que se tiene cada día, es una recomendación fundamental que se realiza con mayor o menor pericia, pero su resultado no es un producto literario. Para llegar a un resultado de esa naturaleza se necesita de un proceso distinto donde se debe aprender las múltiples estrategias de la literatura y las complejidades que desde el punto de vista creativo, emocional e intelectual se experimentan.

Según lo comentado hasta ahora, podemos considerar una conclusión tentativa: la producción e interpretación del arte y el cuidado, en tanto afectan la sensibilidad y la razón, son acciones gestoras de convivencia que suceden simultáneamente, que tienden a cambiar el sentido de las situaciones paradójicas y reivindican modos de ser distintos que son propios de los potenciales creativos de las comunidades.