Por: Elkin Bolaño Vásquez
Coordinador Educativo. Fundación BAT
Pasaron 18 años para que el Museo Nacional abriera nuevamente sus
espacios de exposición al Salón BAT de arte popular. Sin embargo, se encuentran
algunas similitudes y situaciones particulares que no debemos pasar por alto.
En el 2004, primera versión del Salón BAT, el Museo Nacional usa su Sala
de Exposiciones temporales, pero por las 200 obras escogidas, tomaron la
decisión de dividir la exposición en dos, la primera en diciembre y la segunda
en enero de 2005. En ese mismo período también estaba abierto al público, en
Bogotá, el Salón Nacional de Artistas, lo cual suscitó comparaciones a favor y
en contra para ambos certámenes, especialmente porque en ambas exposiciones
repetían 2 artistas.
Ahora, la séptima versión, regresa al Museo Nacional en condiciones distintas, pero con algunas similitudes. En esta ocasión se escogieron 153 obras, las cuales exigieron la división de la exposición en dos instituciones. En el Museo Nacional se exhiben 92 obras distribuidas, a su vez, en dos salas y las 61 restantes son acogidas en el Museo Colonial. Adicionalmente, el Salón Nacional de artistas y el Salón BAT se encuentran juntos en el Museo Nacional permitiendo lecturas cruzadas entre uno y otro. El primero tiene como eje transversal al río Magdalena, mientras que el segundo presenta indagaciones sobre la relación de Colombia con el medio ambiente. En ambos casos se observan aproximaciones desde lo histórico, lo económico, lo político, lo cultural, la reivindicación y la denuncia.
Otra situación particular tiene que ver con la preponderancia que alcanzaron algunas obras de artistas recluidos en distintas cárceles del país, que después de exhibir en las exposiciones regionales de selección, lograron pasar 9 al Gran Salón, de los cuales dos obtuvieron premio. Reconocimientos que denotan el enorme potencial artístico que circula en esta población. Situación que tiene una valoración adicional porque el edificio del Museo Nacional era originalmente el Panóptico de Cundinamarca, el cual se esperaba oficializar su cambio de función, el 9 de abril de 1948, en el marco de IX Conferencia Panamericana, día que se convirtió en un hito histórico para nuestro país.
Este antiguo panóptico ve surgir artistas que por su reclusión no pueden
tener acceso a las diversas opciones que ofrecen los circuitos artísticos del
país. De hecho, no usan las expresiones obra o artista para referirse a sus
trabajos o a sí mismos, lo que se convierte en una situación que demuestra que
para producir arte se requiere de una cierta voluntad que se sobrepone a
cualquier circunstancia, porque la necesidad que prevalece es la de crear recursos
simbólicos que permitan decir lo que la rabia, la frustración, el
arrepentimiento o la resignación no saben. Por ello, dentro la propuesta
curatorial con la que se organiza las múltiples narrativas que desarrollaron
los artistas sobre la relación entre Colombia y el medio ambiente, se destaca
el capítulo Libertades transformadas porque, para el estado de los
reclusos, supone una valoración que sobrepasa los significados que se les
atribuyen a esos hábitats rigurosamente custodiados.
En este caso, cuando se habla de libertad creativa o artística no es
solo una cuestión de intentar resolver el qué y el cómo de lo que
se espera hacer, sino que implica procesos cognitivos profundos que logran
pasar a segundo y tercer plano la realidad material que se vive. Los
pensamientos y sentimientos se adecúan a esas realidades simbólicas que surgen
del arte y que se convierten en sosiego que alimentan posibilidades expresivas
que sólo se descubre por la dificultad de adaptarse al mundo externo.
Las Libertades
transformadas no deben considerarse meras válvulas de escape, aunque
cumplan esa función, sino que también son potenciales que permiten descubrir
otras formas de reconectarse con ese mundo exterior que, en sus inmanejables
complejidades, aún tienen deudas que deben resarcir. Por ello, confiamos que la
participación y los reconocimientos ganados en el VII Salón BAT de arte
popular, más el regreso al Museo Nacional y la acogida del Museo Colonial, les
permita ver en el arte una herramienta que ayude a descubrir y crear formas de
subsanar lo que está pendiente.
En el III Salón BAT obtuve una mención de honor, poco tiempo después conseguí un premio como artista en reclusión carcelaria,conservo las últimas obras para hacer tangible la energía simbolista de la que depende la continuidad de realidades e imaginarios,único verdadero tesoro del creador, disperso pero insistente, que solo puede hacer visible muy poco por si mismo en relación con ese todo existencialmente inacabado.
ResponderBorrar