Elkin Bolaño Vásquez
Coordinador educativo. Fundación BAT
Productor, creador, autor de obras de arte, de bienes culturales, de bienes artísticos, de objetos artísticos.
Es menester hacer una autocrítica razonable sobre el adjetivo artista. Desde los albores del arte, los dedicados a la materialización de esta realidad simbólica eran reconocidos por los oficios particulares en que se especializaban (el arte dependía de la maestría en un oficio), así que eran nombrados como pintores, escultores, dibujantes o fotógrafos. Sin embargo, con la aparición de las vanguardias artísticas, tales destrezas se transformaron en simples medios de ejecución, los cuales se pueden usar o ignorar a discreción como si alcanzar la maestría en ellos fuera asunto de instalación de un software, con la salvedad de que el artista ya no necesita de la manufactura personal, pues puede contratar a alguien más para la ejecución, porque lo que importa es la idea, planteando una paradoja “operativa”, debido a que al final de cuentas se contrata a un especialista en la técnica que se requiera.
Esta postura ascética, en la que la idea trascendental se puede contaminar si el artista se ensucia las manos en la realización de su obra, transmuto este adjetivo en una valoración elevada y sofisticada careciendo, en el marco de las conductas sociales productivas, de una realidad oficiosa que parece aspirar a la autocomplacencia que crea sus propias prerrogativas. Tal es el significado y la función etérea de la palabra, que ni siquiera las facultades de artes avalan enfáticamente que sus estudiantes se conviertan en “artistas” profesionales. Esta designación surge de grupos sociales que se sostienen según los prestigios que puedan pagar.
Tal ha sido el descrédito de la manufacturación dentro del gremio de los artistas contemporáneos, que han desvirtuado las complejas interconexiones psíquicas y sociales de esta actividad. El potencial cognitivo que se genera entre la motricidad fina, la experimentación y la búsqueda del perfeccionamiento de la ejecución se desvaloriza para dar paso a creación de necesidades mentales que sólo se satisfacen en una suerte de hedonismo que se oculta en justificaciones que logren alcanzar los reflectores.
Es más provechoso usar
este adjetivo en aquellos personajes que han inducido cambios radicales en el
campo de la creación artística, lo que les ha traído, por demás, el éxito de
romper paradigmas y ser avalados por los especialistas, reconocidos por
personajes influyentes y admirados por sociedades de períodos históricos
distintos.
Las trampas del
artista
1. Creer que la autosatisfacción entre su obra y su psiquis es suficiente para
el éxito. La autosatisfacción no presupone, bajo ninguna circunstancia, desarrollo
artístico.
2. Pensar que artista y su obra son autosuficientes, desestima las
influencias culturales, los estudios especializados y la valoración social.
3. Suponer que la obra es ahistórica porque no tiene la obligación de
responder a un momento histórico por su aparente potencial trascendente.
4. Vivir según la idea de que el inconsciente es la fuente incuestionable
de su fecundación artística.
5. Creer que la creatividad es un “don” inalienable y no un proceso con posibilidades
metodológicas.
6. Suponer que la personalidad es un elemento definitorio para ser artista:
mayor nivel de sensibilidad, rebeldía e inconformismo. Ninguna de estas
cualidades tiene una relación directa con una capacidad creativa.
Las vanguardias artísticas desestimaron la maestría en los oficios y ahora parece deshonroso que un artista con reconocimiento se le nombre pintor, escultor, ceramista o dibujante, pero bien puede aceptar ser fotógrafo, performista o video-artista.
¿Por qué en las otras expresiones artísticas los adjetivos actriz y actor, músico, cantante, bailarín (a), coreógrafa (o), reconocen el oficio mientras que en las artes plásticas y visuales parece peyorativo?
Excelente cuestionamiento. Totalmente de acuerdo. Además, el ego de los profesionales en artes plásticas, asumen que los estudiantes no merecen ser considerados artistas solo por el hecho de ser estudiante sin título profesional, no importa cuánto se lleve estudiando y en artes, el tiempo es el que falta y se puede tardar toda una vida de estudios sin considerarse jamás que ya se aprendió lo suficiente.
ResponderBorrarAsí es, cualquiera que sea la profesión con título o sin él, nunca se deja de aprender.
ResponderBorrarEl titulo universitario no hace al artista, es la practica y la experiencia, los mejores artistas, los fuera de serie han sido los mal llamados empiricos de todos los tiempos, desgraciadamente se cotizan despues de fallecidos, les hacen homenajes colocandole sus nombres a museos, galerias, materias primas, etc en vez de apoyar en vida para beneficiarlos efectivamente, el mundo alreves de lo publico, lo ineficiente como todo lo Estatal...
ResponderBorrarEl artista sea en su trabajo, que tenga en su profesiòn,debe serapoyado y valorado, pero la desigualdad inconformismo,estan presentes, siempre seremos arte. en el momento de crear.
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ResponderBorrarnteresantes reflexiones, que nos llevan a pensar si realmente creamos en un contexto real o imaginado por nuestras creencias. Acaso quienes crean son seres sacados de una definición establecida o de lo que la sociedad espera de ellos? Creo que el trabajo disciplinado y constante; la investigación y las vivencias; la observación, las emociones, los recuerdos, lo que vivimos; nos hacen agentes activos con voz y voto como en cualquier otra profesión.
ResponderBorrarInteresantes reflexiones
ResponderBorrarMuy interesante y necesario este artículo, pero yo planteo este contundente interrogante: ¿Entonces dónde queda ubicado el autodidacta? El título de maestro no tiene que ser avalado por la academia, solo la destreza y el continuo ejercicio son los que pueden otorgar este título.
ResponderBorrarExcelentes reflexiones! Gracias por compartir escritos de este tipo.
ResponderBorrarEl término autodidacta no existe porque el ser humano aprende constantemente utilizando sus cinco sentidos pero basándose en las experiencias diarias,más bien ser empírico es una mejor definición, pero más allá de eso podríamos pensar que si lo que uno espera es un título efectivamente debe referirse a una academia y ser consientes que el oficio de artista su realización plena es superior es más trascendental lo demás puede ser un éxito definido por un estatus económico, y una sociedad de consumo.
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