Por: Elkin Bolaño Vásquez
Coordinador educativo
Fundación BAT
Un ejemplo imprescindible
para analizar la relación entre el arte y la realidad es el esfuerzo que hace
un pintor retratista cuando se enfrenta directamente a su modelo, pues su
virtuosismo se valorará de acuerdo al parecido que logre sobre el lienzo. Este
fue el reto al que se expusieron los artistas Alexander Prada y Andrés Alarcón
con la actriz María del Rosario Barreto, quien como modelo hizo parte de la
demostración del talento de estos pintores para captar no solo su apariencia
física, sino también su estado de ánimo. El taller de retrato en vivo fue
realizado el 12 de marzo en el marco de la exposición Resistentes y peregrinos en la sede Candelaria de la Universidad de
La Salle[1].
Las personas están
acostumbradas a valorar los resultados finales de todos los productos que se
intercambian en la sociedad, desde los zapatos y los aviones hasta la música y
el arte, descuidando uno de los bienes más preciosos de la vida, el proceso. Son
muy pocas las personas que se esmeran por identificar o entender cuál ha sido
el proceso para lograr algún resultado que inspire admiración y de esto no se
ha escapado el arte. Comparar la demostración de cómo se pinta un retrato con
una modelo en vivo con algo mágico, no es una pretensión de sobrevalorar la
actividad, pues el cerebro tiene en su dotación biológica elementos que
permiten que la observación de este tipo de proceso se sienta mágico.
Lo primero es la conexión
emocional y de confianza que debe trasmitir el pintor a su modelo, pues ella no
sólo permanecerá inmóvil el tiempo que sea necesario, sino que entre sus
pensamientos deambulará la idea de que el resultado podría ser incómodo para su
autoestima. Mientras que el retratista conversa para establecer dicha conexión
también analiza pausadamente todos sus gestos y facciones, y con algunas
técnicas de iluminación destacará lo que desea resaltar en el retrato. La
modelo no sabe que es lo que el artista busca en ella por eso es necesario que
confíe. En adelante en trabajo de retratar es enfrentarse al lienzo y el primer
trazo indicará la seguridad del artista para realizar la tarea.
Después de varias pinceladas
la magia comienza a materializarse y esto se debe no sólo al virtuosismo del
pintor, sino a la sobreestimulación que experimenta el cerebro al ver un rostro,
pues se presenta como una imagen enigmática que necesita ser descubierta. Esta
reacción del cerebro hace parte del proceso de evolución del ser humano para la
adaptación y la supervivencia. Detectar las interacciones que pueden aparecer y
desaparecer, en pocos segundos, entre los 43 músculos de la cara es de vital
importancia para reconocer las emociones y facilitar o limitar los vínculos
sociales, debido a que en las relaciones interpersonales lo que predomina es el
lenguaje no-verbal, el lenguaje del cuerpo.
Algo más atrayente para
considerar esta actividad como algo mágico es cuando aparece la mirada en el
lienzo y se reconoce alguna emoción, pues aun cuando racionalmente se entiende
que es una pintura el cerebro, en su proceso sináptico, no hace esa
diferenciación y con la intervención de las neuronas espejo el espectador puede
sentir empatía por el estado emocional que se observa en el retrato.
Otro resultado no previsto en
esta demostración de talento artístico, es que el Hall de Exposiciones Hno.
Cedric Bejamin de la Universidad de La Salle se llenó de un aura mística que
llamó la atención de más 120 personas entre estudiantes y funcionarios que contemplaron
con admiración este encuentro. Sin lugar a dudas fue un momento mágico el que
ofrecieron los artistas Prada y Alarcón al extraer del lienzo vacío retratos
admirables.
Para una ampliación sobre el
retrato consultar:
[1]
Esta exposición es una pequeña muestra del VI Salón BAT de arte popular https://forobatartepopular.blogspot.com/2020/02/el-salon-bat-en-la-salle.html
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