Coordinador Salón de arte popular
El radio de acción de lo popular,
como una aprehensión de la realidad, es una voluntad que trabaja entre la
sobrecarga de información de los medios de comunicación y los intereses legitimados
por las costumbres que dan sentido a las relaciones sociales. La conducta popular
se justifica en la necesidad de mantener los aparentes grados de seguridad y
equilibrio necesarios para de la vida diaria.
La necesidad de establecer la función social del arte,
ayuda a clarificar los aspectos inmanentes de un arte popular que es aceptado,
compartido y disfrutado por un público ajeno a los rituales del arte consagrado.
Las configuraciones simbólicas compartidas por los artistas autodidactas,
sustentan su potencial renovador en significados que traen a colación las
limitaciones sociales que llevan al extremo algunas de las condiciones más
básicas de la vida en comunidad.
Todo ello convierte al arte popular en un relato que no
necesita de intermediaciones eruditas para su comprensión y aceptación. Esta
categoría del arte, que tiene un arraigo importante en los niveles socioeconómicos
populares, realza su capacidad analítica y de invención creativa. Pero a pesar
del alto porcentaje representativo del arte popular al interior de las mayorías
demográficas, existen dificultades para esbozar definiciones que articulen
armónicamente sus funciones y su riqueza semántica.
En el caso de una definición del arte, la problemática
implica la desatención de sus renovaciones más recientes. Tal dificultad
converge en la necesidad de crear nuevas formas de gestión, entendidas como búsquedas
de repuestas a las demandas que deben sortear las instituciones culturales que
tiene como meta acercarse a nuevos públicos para ampliar su cobertura actual. Semejante
tarea requiere planteamientos que tiendan a diferenciar el arte popular del
arte consagrado, que más que presentarlos como adversarios, puedan tomarse como
lenguajes que se complementan, pues, las mayorías demográficas, incrédulas de
los debates estéticos, no deben tener sus primeros acercamientos al universo
del arte, en el marco de controversias que sólo interesa a los especialistas.
En la actual era de la información los individuos populares
son cada vez menos neófitos, ahora están inmersos en informaciones disimiles
que hacen que sus cosmovisiones se amplíen. En tal sentido, las producciones
artísticas populares muestran procesos cognitivos correlacionados con el avance
tecnológico. Estas dinámicas han sido cotejadas por algunas indagaciones de las
ciencias sociales que apuntan a tomar como antagonistas a la tradición y lo
nuevo. Sin embargo, José Jorge de Carvalho hace la salvedad que uno de los
grandes fundamentos de los análisis sobre la tradición depende, precisamente,
de su comparación con la innovación. Si bien, ambas visiones están alejadas
radicalmente, su comprensión y análisis están determinados por su contraparte.
Connotaciones similares plantea Martha Blache. En su
artículo Folclor y cultura popular, donde
concluye que la tradición no es una fuerza inalterable, sino una potencia que
tiene sus propias jerarquizaciones y mecanismos de selección con los que es
posible revalorar el pasado para legitimar el presente. En sus deducciones no
hay espacio para individuos con costumbres y rituales puros. Ella entiende la
tradición como un repertorio psicológico y cultural que permite comportamientos
que se sustentan en lo vernáculo, pero en relación con el mundo actual.
El arte popular depende de un alfabeto emocional que se
encarga de descubrir elementos para suscitar empatía con las obras. Esto amplía
las posibilidades interpretativas que terminan por enriquecer los valores
estéticos y sociales de la cultura popular. La gran ilusión es que el arte
popular se convierta en un virus que tenga la capacidad de asentarse en
comunidades insospechadas, sin que los planteamientos académicos sean un
obstáculo y que tampoco sea visto como una fiebre pasajera. Debemos insistir
que el volumen de representatividad de la expresión popular no se limita a
renovaciones transitorias que pasan de moda con facilidad, sino que sus
derivaciones semánticas tienden a dar sentido a la vida diaria.
El arte popular mantendrá sus diferencias sustanciales
con el arte consagrado en la medida que conserve las combinaciones caprichosas
entre la tradición y la globalización. El sostenimiento de estas diferencias
cumple la función de incluir a las mayorías demográficas en los beneficios que
trae la interacción con expresiones culturales disimiles.
¿POR QUÉ ES
IMPORTANTE QUE LA ACADEMIA CONSIDERE EL ARTE POPULAR COMO UNA CATEGORIA DE ANÁLISIS
DE LA CULTURA?