Elkin Bolaño Vásquez
Fundación BAT
La
Mona Lisa de Leonardo da Vinci es la obra maestra más conocida en la historia
de la humanidad, a tal punto que su imagen es un ícono trasnacional que se
recrea incesantemente en pinturas costumbristas, grafitis, tarjetas y
camisetas. Es comparable a la manzana mordida de Iphone o la caligrafía de
Coca-Cola. Su reconocimiento se debe a la tecnología que facilitó la
reproducción masiva de imágenes. Con la reproductibilidad el arte se acerca al
espectador desprevenido a costa de que sea percibido como mero entretenimiento.
En este sentido, el arte pierde su carácter sublime, que al lado de la religión
es la producción humana capaz de alcanzar las fibras más sensibles e intimas
del ser ¿Qué relación hay entre la unicidad de la obra de arte y su connotación
sublime?
En
sentido estricto, la imposibilidad de reproducir el gesto creativo en la
ejecución de una pieza maestra no depende sólo de su genialidad, pincelada o
golpe perfecto en el cincel, también es importante y decisiva la base económica
que la financia y populariza. La genialidad de Leonardo no se limita a su arte,
sin embargo, es lo más representativo de sus creaciones porque fue uno de los
protegidos de la familia más poderosa del Renacimiento, los Medici. Si bien las
dinámicas económicas se han transformado desde aquella época hasta ahora, el
arte también cambio su posibilidad de culto, pues pasó desde el artista genio a
las grandes sumas de dinero que se pagan en las casas de subastas.
Es
en esta relación entre el dinero y el arte donde la industria cultural hace su
apuesta. Si el arte es sacro, es decir, una obra maestra, ¿qué hacer para que
se convierta en un bien cultural de consumo masivo? Entre los recursos
convencionales que requieren altas inversiones de capital están la edición de
libros, la producción de documentales y el diseño de exposiciones en los museos
más prestigiosos del mundo. Actividades que catapultan al turismo cultural como
uno de los segmentos más importantes de esta industria. Pero ¿qué pasa con los
artistas, gestores, profesionales e instituciones que dedican sus esfuerzos a
las diferentes manifestaciones artísticas que no califican en dicho segmento?
Es imprescindible que los artistas y promotores culturales dejen de pensar como
tales y aprendan a ser emprendedores porque la solución está en las lógicas del
mercado, esto es, en la oferta-demanda de productos y servicios.
Según
esto, un artista no puede limitarse a producir su obra u objetos artísticos
vendibles, sino que por el escaso número de compradores deben convertir sus obras
en servicios. Por supuesto, los artistas no lo pueden todo por lo que requieren
trabar alianzas con profesionales dedicados a dichos menesteres. Es de aclarar
que aquí no se defiende ni se rechaza las apuestas de las industrias
culturales, lo que se busca es visibilizar las exigencias que tienen el
pensamiento artístico y creativo. Es claro que la gran mayoría de las personas
que se dedican al arte no derivan su sustento económico del mismo, sino que
deben comprometer su tiempo y esfuerzo a oficios que permitan subsanar las
necesidades básicas.
Es
importante anotar que en la etapa productiva de mayoría de las obras maestras
hubo financiamiento de largo aliento, esto sin olvidar a los grandes maestros
que vivieron y murieron en la miseria porque se opusieron a los grandes
mercaderes para padecer la pureza del arte. Es en esta paradoja en donde la
industrial cultural promulga sus condiciones para producir un arte lo
suficientemente popular que provea de recursos económicos sin disminuir su
pureza, que su potencial de afectar la fibra más sensible no se convierta en un
melodrama ¿Qué necesitan los colombianos de los artistas? ¿son las actuales
circunstancias de Colombia, espacios de posibilidad para abandonar el arte de
culto y perfilar un arte transformado en servicios? En la era del posconflicto
¿cuál es el arte que necesita el país? ¿Cuál sería el carácter ético de
Colombia si convierte el sufrimiento de las víctimas del conflicto en un
producto o servicio artístico? ¿Cuál sería el valor social del arte en Colombia
si no se preocupa por desentrañar los traumas del conflicto? ¿Qué tipo de arte
ayuda en la reivindicación de las víctimas? Estas son las paradojas a las que
se enfrenta el arte y que no se pueden subsanar únicamente por las lógicas del
mercado.
¿QUÉ PIENSAS SOBRE LAS EXIGENCIAS QUE
SE HAN IMPUESTO AL ARTE?