Coordinador Salón de arte popular
Existen
tres formas de observar las limitaciones y fortalezas del Salón de arte
popular:
1. Personal:
cuando los artistas, al presentarse a un concurso de arte, asumen que sus
reveses son ataques personales, en vez de tomarlos como invitaciones a mejorar
el resultado de sus trabajos. Independientemente de comentarios desalentadores,
es importante entender que en el universo del arte las desilusiones son
lecciones confusas que crean dudas, temores y angustias, pero que a su vez son
exámenes que definen el alcance de la pasión que siente cada quien hacia su
arte. En estas competencias, las desilusiones no se desvanecen culpando las
deliberaciones de los organizadores, ellas necesitan liberarse de la carga
emocional para clarificar ideas, perfeccionar procedimientos y enfocar las expectativas
artísticas con otro tipo de obra.
La
mayoría de los participantes del Salón de arte popular reconocen que este
certamen cambió su percepción del mundo del arte, influenció la forma como
aplican la autocrítica y generó nuevos esquemas de pensamiento con cambios
sustanciales en sus vidas. Además, este Salón surge en un momento coyuntural
que está definido por los avances tecnológicos, científicos, económicos y
globales dando oportunidades a los artistas a que lo comparen con dinámicas
artísticas que acontecen en otras partes del mundo.
2. Institucional:
cuando se busca equilibrio entre la infraestructura cultural, la creatividad y
el impacto social. Si bien la misión del Salón de arte popular es abrir
espacios para divulgar las obras de los artistas empíricos, debemos recordar
que ello necesita de una logística mínima adecuada. Generalmente limitamos la
infraestructura cultural a la existencia y funcionamiento de museos,
bibliotecas, teatros, centro culturales y similares, como la responsable
directa de la difusión de las expresiones artísticas. Sin embargo, descuidamos
la trascendencia del sistema educativo en la trasmisión de reconocimientos
sobre la importancia del arte para la sociedad. Tal es la deficiencia, que una
asignatura como lenguaje, con un espacio tan preponderante en el currículo
académico, tiene una precaria experimentación literaria, los formalismos y
definiciones eliminan cualquier didáctica que invite a la exploración creativa
de los niños y adolescentes.
Esta
situación es más vulnerable en la educación artística. En la medida que se
considera un relleno del pensum escolar, se reduce sustancialmente la
injerencia que el arte puede tener en el desarrollo psicológico, intelectual e
interpersonal de todo individuo, debilitando virtudes sociales como la sana
convivencia, la solidaridad y el respeto a la diferencia. En ese sentido, el movimiento
del arte popular, con su amplia divulgación a nuevos públicos, aporta elementos
que ayudan a articular las complejas facetas de la vida con la necesidad de
buscar nuevos puntos de vista a costumbres que generan fragmentaciones en la
comunidad. Todo esto bajo la consigna que busca despertar de la consciencia
estética dormida en aquellas personas con escasas oportunidades para disfrutar
de las bondades del arte.
3. Social: cuando el público
identifica que sus conocimientos también son valores estéticos importantes para
la interpretación del arte. Este descubrimiento es trascendental porque aumenta
la autoestima de las personas y reduce sustancialmente el rechazo que los
grupos sociales populares tienen hacia las instituciones culturales, cambiando
la visión elitista que se tienes de ellas. Además, y como consecuencia de la
época actual, las personas que componen los nuevos públicos ya no pueden ser
tratados como analfabetas, porque cada vez están más cercanos a mayores flujos
de información lo que obliga a los espectadores a incorporar nuevos elementos
para la comprensión de sus propias realidades.
Sin
la participación activa de la sociedad, ni las exigencias y disciplinas que
demanda la voluntad creativa de los artistas, los esfuerzos, programas y proyecciones
didácticas de las instituciones culturales no tienen importancia. Por ello, es
menester de todos los actores del mundo del arte, acercar cada vez más los
intereses, esperanzas, desilusiones y conocimientos, para descubrir respuestas
innovadoras que redunden en beneficios compartidos para estos tres estamentos.
En
conclusión, estos tres agentes del mundo arte están en búsquedas permanentes
para dar solución a intrincados procesos como la creatividad, el equilibrio
social y la incorporación de nuevos derroteros en la forma de enfrentar la
realidad. El artista depura sus ideas y perfila sus expectativas en la
realización de una obra de arte. El promotor cultural se empeña en enriquecer
la consciencia estética, como eslabón fundamental de la voluntad solidaria. El
público descubre nuevos significados que nutren la personalidad, el intelecto y
la empatía social. En suma, tres virtudes que se compaginan armónicamente en
las dinámicas generadas por el movimiento del arte popular colombiano.
¿Sientes que tus intereses coinciden en alguno de estos
tres agentes?
¡Cuéntanos como te relacionas con ellos!
¡Cuéntanos como te relacionas con ellos!