jueves, 1 de diciembre de 2022

SANTUARIOS, LUCHAS Y TRANSFORMACIONES

Por: Elkin Bolaño Vásquez

Coordinador Educativo. Fundación BAT

 Las obras realizadas por artistas del Pacífico, de los Llanos, de los Andes, de los Santanderes, del Caribe, del Eje Cafetero, de los territorios PDET, de la población carcelaria y de comunidades étnicas que se exhiben en el Museo Nacional y en el Museo Colonial, ofrecen múltiples reflexiones sobre Colombia y el medio ambiente que, al mismo tiempo, se complementan y profundizan con el trabajo curatorial propuesto para el Gran Salón BAT al dividirse en 7 capítulos con los que extienden líneas transversales para articular lecturas cruzadas entre las obras.

Santuarios vitales se compone de los trabajos que resaltan aquellos espacios y circunstancias donde la vida fluye sin traumatismos; Hábitats dolientes hace énfasis en las obras donde la naturaleza recibe heridas irreparables por parte de la especie humana y que tiene una cercanía profunda con Luchas paradójicas al presentar las preocupaciones de algunos de los artistas que representan los esfuerzos de las personas por la supervivencia y por la aspiración de una vida digna, pero en la que sus mismas acciones terminan por deteriorar aquello que las sustenta. Resistentes y nómadas reúne todas las obras relacionada con animales y que, como es de conocimiento general, tienen que adaptarse a las transformaciones de sus hábitats.

Otro tanto nos ofrece Adaptaciones mitológicas donde las apropiaciones de mitos, tanto ancestrales como contemporáneos, exaltan la importancia de estas realidades simbólicas que se adecúan a las particularidades culturales, geográficas y temporales de las comunidades, regiones y países. Realidades simbólicas que tienen matices de añoranza que parecen confundirse con el deseo de un futuro bucólico, se hacen evidentes en Miradas territoriales, de artistas provenientes de municipios PDET, al tiempo que tiene una fuerte proximidad con Libertades transformadoras en las que reclusos de algunas cárceles nos recuerdan la importancia del arte como una herramienta testimonial que disuade de los complejos conflictos que vive esta población al potenciar la escucha, la voz y las realidades simbólicas de sus circunstancias.

El Gran Salón BAT de arte popular, asume una postura ecosistémica a través del trabajo investigativo y artístico que debían hacer los artistas en torno al tema medioambiental. También porque acoge sin restricciones las ciudadanías disímiles que no se sienten representadas en los metarrelatos nacionales, donde sus cosmovisiones son respetables desde la pluralidad del arte, como preámbulo de la democratización de sus potenciales, debido a que descubren fisuras en los mitos fundacionales de nuestro país y crea espacios para la convivencia de los relatos de las comunidades. Esto explica que la realidad simbólica de la población carcelaria tiene el mismo valor testimonial que la población urbana, étnica o LGBTIQ+, en la medida en que las obras de artistas de distintas latitudes, posibilidades socioeconómicas, niveles educativos, generaciones, gastronomía y clima, permite la creación de diversas líneas narrativas desde las cuales, los espectadores tomen consciencia de la pluralidad que constituye a nuestro país. Especialmente porque tal pluralidad no es sólo étnica, cultural o sexual, sino también ambiental por su enorme biodiversidad.

La apropiación que hace el Salón BAT de una postura ecosistémica, entendida como una la comprensión holística del ser humano que considera los factores sociales, económicos y culturales inherentes a su vida, insiste en que las valoraciones horizontales entre el trabajo investigativo y creativo de los artistas empíricos, las lecturas cruzadas de las reflexiones museológicas, académicas y pedagógicas, la reivindicación de las capacidades artísticas de comunidades marginadas, las interpretaciones de las distintas formas de ciudadanía, la aparición de microrrelatos que constituyen nuevas formas de identidad comunitaria, deben reconocerse como elementos trasversales que demuestran que al darle voz a los que no han sido escuchados, al facilitar la enunciación de lo que no se sabe decir con palabras, abre posibilidades para una sociedad más equitativa y prospera.