Elkin Bolaño Vásquez
Coordinador educativo. Fundación BAT
El
mundo actual experimenta un exceso de imágenes que se ha convertido en
suplantación de una realidad material cada vez más árida, al reducir las
alternativas de las ensoñaciones, las utopías y las esperanzas. Existe más
interés en las posibilidades manipulables de la suplantación que produce la
imagen, que se ha desarrollado una inteligencia artificial (IA) que puede crear
en pocos segundos lo que un pintor, dibujante o ilustrador hace en horas o
días.
Tales
imágenes, aún sin contenido y que buscan exacerbar emociones superficiales,
parecen que pueden dar la estocada final a lo que la pintura ha padecido con la
aparición de la fotografía y la publicidad. Sin embargo, la psiquis artística
no se amilana y demuestra tener el ímpetu intacto para entrar en las entrañas
de la imagen y mostrar que la superficie y la apariencia no son suficiente para
convertirse en parte sustantiva de procesos cognitivos que buscan alternativas
a la esterilidad espiritual de ciertas perspectivas humanas.
Ante la
insuperable eficiencia de la IA para producir imágenes, el ser humano a través
del arte, tiene la opción de retomar el valor cognitivo que tiene la imagen
poética, porque al surgir de manera aislada, asalta súbitamente la psiquis.
Como aparición no necesita del pasado, de la memoria o del recuerdo y aunque
sea familiar a estos, su característica vital es que aún no se ha vivido. Por
ello, no debe buscarse sus causas en las experiencias de la vida, como acusa
persistentemente el psicoanálisis, sino que por su potencia de impregnarse en
la psiquis y de extasiarla de algún modo, la imagen poética se presenta como un
proceso creativo que no surge en la mente de un único anfitrión, sino que puede
ser compartida y alimentada por otros anfitriones.
Al no
ser un impulso que brota del recuerdo, al no depender de informaciones previas
y apelmazadas por la subjetividad, es que la imagen poética facilita su
contagio porque las personas la asumen como propias sin prejuicios o
conflictos. La imagen poética es una especie de pálpito que produce sosiego. En
el momento que salta en la psiquis también apacigua su impulso. Produce
arraigo, por eso se convierte en propiedad íntima de manera instantánea. Es
parte del presente y como tal es fugaz, pero para disfrutar de sus beneficios
la especie humana debe recurrir a los potenciales artísticos.
La
imagen poética pasa desapercibida en la mayoría de las personas porque no
computa con intenciones productivas. No es reproductora de un comportamiento,
es más bien una llamada a detenerse, a disfrutar el esfuerzo cognitivo que
requiere la contemplación, que sin producir nada ayuda a liberar de la tozudez
que caracteriza la aptitud instrumental.
La
imagen poética es la clave que requieren ciertas formas de producir arte que no
están condicionadas por la posibilidad de convertirse en prestigio o dinero,
sino por la necesidad inmanente que tiene la voluntad artística de crear
referencias íntimas que puedan ser apropiadas por aquellos que se sientan
contagiados. Cuando la psiquis del contemplador es capturada por la imagen
poética que puede emerger del arte, se rebosa el contenido de la razón y su
promesa de utilidad pasa a segundo plano.
A pesar del bullicio incontrolable que produce el exceso de imágenes en nuestras mentes y que terminan por esquematizar y limitar las posibilidades de vivenciar la amplia variedad de emociones que puede sentir el ser humano, al producir modelos de estandarización que permitan afrontar del mismo modo todas las circunstancias de la vida, aún permanece impávida la estructura simbólica que hace parte de nuestros procesos cognitivos, donde las distintas expresiones artísticas ofrecen infinitas opciones para expresar la poética que da sosiego y enaltece instantes valerosos que se escapan a las rutinas.
Enaltecer la necesidad de contemplación que requiere la psiquis es abrir la posibilidad para identificar en procesos cognitivos no racionales, potenciales que incuben nuevas formas de intersubjetividad que lleven a la poetización de la vida.