Por: Elkin Bolaño Vásquez
Coordinador
Educativo. Fundación BAT
La perplejidad en la era de conocimiento estriba en el incremento exponencial de información acompañada de precarios procesos cognitivos que la articule transversalmente, entendiendo que el conocimiento no es la acumulación de datos, sino las relaciones semánticas que se pueden suscitar entre estos, generando diversificaciones y ampliaciones que requieren de información divergente para justificar las interpretaciones propuestas. Esto ha repercutido directamente en las posibilidades de la imaginación para jugar sin estar intimidada por la “eficiencia productiva” en su obsesión por el resultado inmediato.
Por mucho que se insista en
que la imaginación es la libertad de usar lo aleatorio como su matriz
principal, en ella también debe reconocerse como fundamental su articulación y
dependencia del contexto, de la materialización, de los modos de hacer y
actuar, de prohibir y castigar, de intimar y burlarse, de relacionarnos con los
otros y experimentarnos como diferente. En otras palabras, la imaginación
sucede a pesar de, a propósito de y como respuesta a, aspectos sustanciales
para el desarrollo de la vida humana, tanto individual como socialmente.
Los procedimientos de avance
y retroceso, de acumulación y síntesis, de repetición y cambio, de resultado e
inconclusión que son propios del proceso artístico son similares a los
protocolos de trabajo en un laboratorio, antesala de la cadena productiva y la
línea de montaje. Esto supone que en la carrera por la productividad existe un
largo trabajo no productivo que garantiza su alta reputación, y que se apoya en
la exploración imaginativa y creativa porque no se enmarcan en la eficiencia,
sino que ofrece distintas posibilidades que podrán materializarse según los intereses
de cada momento.
La lucha entre las
expectativas del mercado y los procesos educativos, culturales y artísticos se
hace palpable cuando se consideran los discursos eufemísticos como la única
iniciativa de juzgamiento según el juego de la posverdad. Esto quiere decir que
después de establecerse los criterios para instituir la verdad, la posverdad
convierte las tergiversaciones en modelos para crear eufemismos que parecen
axiomas, pero sin evidencias de su justificación. La posverdad, es la
imposición de sistemas semánticos que hacen que determinados significados, aunque
no tienen nada que ver con la verdad, sean más prioritarios e influyentes que
otros. Es esta imposición la que justifica la necesidad de una teoría
decolonial, que es aquella que intenta reivindicar los procesos de desarrollo
de conocimiento que están por fuera del método científico, tipificados como
“saberes”, que generalmente son de carácter comunitario y que, geográficamente,
surgen en sociedades que están por fuera del eje euro-estadounidense.
Por ello, la importancia de
preguntarnos si es posible la creatividad y la innovación comunitaria. Si
intentamos responder desde las posibilidades de la tecnología, la balanza se
inclina hacia un no, porque la vanguardia tecnológica pertenece a pocos países
y dentro de ellos a determinados segmentos de la población. Pero si intentamos
responder desde las necesidades sociales nos inclinamos por un sí, porque los
objetivos de ambas actividades suponen las soluciones de problemas, aunque
aclarando que para la primera opción los problemas son supuestos y para la
segunda son vividos o incluso sufridos.
Tal vez lo más destacado de la
acción comunitaria es su interés por lo común, facilitando, no sin tropiezos, la
convivencia. Así la creatividad y la innovación comunitarias son posibles según
la importancia que se atribuya al diálogo y al acuerdo. Sin embargo, esta
búsqueda de lo común necesita contribuciones externas, para que no se agoten
dentro de sus propias perspectivas. En este sentido, la cultura digital es una
herramienta vital si se aspira a la construcción de conocimientos que pongan en
equilibrio las tradiciones con sus alternativas de adaptación y proyección. Equilibrio
que se puede impulsar con las metodologías de la experiencia estética y los
procesos artísticos porque hacen una transición reflexiva sobre lo foráneo.
La respuesta evidente, pero
difícil de implementar, es que la creatividad e innovación comunitaria en la
era del conocimiento, solo sería posible si se refuerza el aprendizaje
artístico en las aulas de clase, tomando distancia y siendo conscientes de la
influencia de las formas de reproducción de la colonialidad del saber. Las
artes, aunque poco reconocidas como importantes en el desarrollo humano por los
supuestos del mercado, mantienen su lucha incesante y han logrado permear
algunas de la iniciativas globales propuestas por la UNESCO en relación con la
educación artística que, como proceso de largo aliento e indispensable para el
desarrollo de la imaginación, la creatividad y la innovación, debe incluirse en
todos los niveles de educación como opciones inter y trans- disciplinares con
el mismo grado de importancia de las STEM.
¿Conoces
algún proceso de CREATIVIDAD E INNOVACIÓN COMUNITARIA que se relacione con un
proyecto artístico?