Por: Elkin Bolaño Vásquez
Coordinador educativo, Fundación BAT
Si nos atenemos a que el
conocimiento, la creatividad y la innovación son resultados y procesos que
devienen de modelos de educación de alta calidad, entonces cualquier sociedad
que quiera disfrutar de las mieles de este siglo debe, sobre cualquier otra
cosa, desarrollar políticas educativas y de inversión que fortalezcan los
diseños curriculares que se encaminen a esas tres capacidades que, por demás,
son las mismas que se desarrollan en la educación artística.
El primer proceso cognitivo
que se debe fomentar es la imaginación entendida como la libre articulación de
pensamientos sin propósito preestablecido, convirtiéndose en impulso de la
creatividad, cuya función es configurar la imaginación según un propósito que,
generalmente, es la solución de una necesidad para, posteriormente, darle paso
a la innovación que es la encargada de construir la infraestructura necesaria
para que la creación alcance su propósito.
Al ponderar los años de
educación necesarios para alcanzar el grado profesional, 19 en promedio, y la
educación artística como didáctica de las capacidades mencionadas, cuyos
procesos de enseñanza-aprendizaje son esenciales para la educación de alta
calidad, entonces ¿por qué se cree que ofrecer a los estudiantes algunas
experiencias artísticas esporádicas en ese lapso de tiempo, es suficiente para desarrollar
ciudadanos que hagan parte activa de la sociedad del conocimiento? Los
gobiernos incorporan en sus discursos conceptos relacionados con las exigencias
del sigo XXI sin que ello garantice una implementación adecuada. Las políticas
públicas insisten en la importancia del conocimiento, la creatividad y la
innovación sin que se platee una vocación hacia la educación de alta calidad
para alcanzarlos, como si dichos procesos se manifestaran espontáneamente y
dependiera exclusivamente de esfuerzos individuales.
“La educación artística es
un proceso a largo plazo, por lo que debe ser sistemática y desarrollarse a lo
largo de los años”. Esta es una de las recomendaciones consignadas en Hoja de Ruta para la educación
artística-UNESCO, Lisboa 2006 y La
Agenda de Seúl: objetivos para el desarrollo de la educación artística
2010-UNESCO. Recomendación sustentada en diagnósticos de estudios que se
han realizado durante décadas en muchos países del mundo. También afirman que
la cultura y especialmente la multiculturalidad son los vehículos por donde se
expresa y distribuye equitativamente la creatividad, haciendo de la educación
artística su promotora. Por consiguiente, la política y la infraestructura educativa
y cultural puede convertirse en sus mayores aliadas o sus sistemáticos obstáculos.
Las personas que tiene
contacto permanente con experiencias y procesos artísticos tienden a preferir
entornos creativos y se habitúan a desarrollar modos alternativos para crear
conocimientos propios. Al mismo tiempo aprenden a reconocer diversas
perspectivas para abordar las necesidades de la sociedad y actuar éticamente.
Según lo anterior es posible
establecer los siguientes axiomas y sus respectivas deudas sociales con la
creatividad:
Axioma
1:
El conocimiento, la creatividad y la innovación son resultados de modelos
educativos en los que la educación artística está en el mismo nivel de
importancia que las STEM (ciencia, tecnología, ingeniería, matemática).
Deuda social 1: No
es posible imponer la competitividad como objetivo nacional si el sistema
educativo convierte la educación artística en recurso optativo para el tiempo
de ocio.
Axioma
2:
La educación artística promueve la búsqueda de diversas perspectivas para
desarrollar la creatividad, la flexibilidad, la adaptabilidad y la innovación,
características fundamentales para los ciudadanos del siglo XXI.
Deuda social 2: No
es posible hablar de emprendimiento e industrias creativas si su modelo de
gestión se reduce a la estandarización de productos y servicios que exige el
mercado, reduciendo el arte y la cultura al consumo.
Axioma
3:
Lo diverso y lo alternativo, manifestados en la multiculturalidad, son la
expresión democrática de la creatividad, cuyo máximo impulsor es la educación
artística y su garante el Estado.
Deuda social 3: No
es posible ser miembro activo de la sociedad del conocimiento, la creatividad y
la innovación si la educación y la infraestructura artística y cultural no hacen
parte de la inversión social del Estado.
¿Por
qué, si estamos en la era de la creatividad y la innovación, el arte es el
menos favorecido en las políticas públicas?
Material de apoyo sesión 5: Neuroartes
https://www.youtube.com/watch?v=CBR1pZcWTCo
Presentación ampliación Neuroartes