jueves, 21 de marzo de 2019

SIMBIOSIS ENTRE VIDA Y ARTE


Elkin Bolaño Vásquez
Fundación BAT

Existe un acuerdo en el cual el arte es reconocido como una capacidad que puede crear realidades cognitivas y emocionales que bien pueden referirse y originarse en el mundo material, pero que, sin embargo, no dependen de él. La voluntad artística se sobrecoge con los temas que le apasionan convirtiéndolos en testimonio de la vida que la alimenta. Su sensibilidad, influenciada por las variaciones del mundo social, transfigura su carácter privado en una puesta en escena de motivaciones e intenciones que configura imágenes con las que la psiquis elabora formas de actuación en el mundo.

Diferenciar la vida psíquica de la vida material es reconocer los diferentes modos en que se organizan, consumen y proyectan, pero también, y especialmente, es distinguir las maneras con las que se afectan mutuamente, regulando las exigencias, generalmente arbitrarias, que entre ellas se confabulan. Dicha regulación no es algo que se forje de manera innata, sino que necesita de esfuerzos que busquen penetrar lo que se muestra en la inmediatez para visualizar su trama de significados. Esfuerzo que propende a la reducción de las vulnerabilidades de la vida.

Todo lo anterior expresa características de lo que aquí llamo simbiosis entre la vida y el arte, pues entre estos existe una correlación intima que beneficia sus respectivos desarrollos vitales. ¿Qué sería del arte si la vida se limitara a un proceso monótono que sólo propendiera por su reproducción biológica? ¿Qué sería de la vida si el arte no explorara las posibilidades comprensivas de aquel proceso y se limitara a reproducir imágenes, de experimentado virtuosismo técnico, que sólo hagan mimesis de lo visible? Ambos, vida y arte, se alimentan de procesos reproductivos que garantizan su perpetuidad, pero sucede que la reproductibilidad es una actividad que actúa en, al menos, dos direcciones, con la primera se multiplican idénticamente algunos aspectos, mientras que con la segunda se adaptan, reconfiguran y proyectan comportamientos que den respuesta a las novedades que surgen en el entorno. Pensemos en la necesidad que tuvo el arte para replantearse los modos en hacer retratos, desde la Mona Lisa hasta la obra de Oscar Muñoz. Consideremos las posibilidades que se abrieron cuando Antonio Canal (Canaletto) incluyo el uso de la cámara oscura en su trabajo para reproducir fidedignamente su Venecia del siglo XVIII: la cámara oscura en tanto antecedente de la cámara fotográfica y el estudio del calentamiento global al comparar los niveles del agua de aquella época con los actuales. Otro tanto se encuentra en las variaciones genéticas que producen los ojos azules o verdes, la pigmentación en la piel, los colores de cabello o la abundancia o ausencia de vello facial. Todas son estrategias de adaptación a las circunstancias ambientales.

De esta manera, la simbiosis entre vida y arte da como resultado estrategias adaptativas que reducen las fragilidades de la vida, pero que, al mismo tiempo, incluye en el proceso nuevas necesidades que obligan a la producción de nuevas relaciones, alimentando persistentemente las riquezas que experimentamos en ambos. Una cosa es lo que se muestra y otra, muy distinta, las vitalidades bilógicas y semánticas que, tras lo visible, se potencian. Así la necesidad de perpetuar lo propio en consonancia con la posibilidad de abrirse a lo nuevo son los dos factores por los cuales la vida y el arte crean mutua dependencia.

El artista trasciende su vida biológica cuando la logra transfigurar en imágenes emocionales y semánticas que proyecten nuevas simbolizaciones sobre el mundo. ¿Acaso no fue lo que sucedió con los primeros homosapiens cuando sintetizaron en imágenes las proyecciones de la luz de las fogatas sobre los muros de las cuevas? ¿No es la creación de imágenes de dioses una forma simbiótica entre arte y vida?

¿SIENTES QUE LA VOLUNTAD ARTÍSTICA Y LA CONSCIENCIA ESTÉTICA VIVIFICAN LA SIMBIOSIS ENTRE VIDA Y ARTE?
¡Tus comentarios son importantes!