jueves, 12 de julio de 2018

ARTE Y CREDIBILIDAD FUNCIONAL




Elkin Bolaño Vásquez
Fundación BAT

Con la jerarquía que se ha desarrollado entre los saberes en el transcurso de la historia de la humanidad, la credibilidad funcional se convierte en un valor incuestionable al que toda forma de conocimiento aspira. Esto se debe a que la credibilidad funcional implica la solución de las necesidades que se manifiestan en el plano material, de tal manera que lo relacionado con el arte o la religión se articula especialmente con una dimensión inmaterial. Pero ¿las exigencias creativas y los dilemas morales no afectan la fisiología del cuerpo, no producen síntomas que, incluso, se diagnostican como enfermedades?

El esfuerzo por la credibilidad funcional se ha encasillado en el paradigma del control y la predicción, que es sobre el cual la ciencia y la tecnología construyen sus cimientos, lo que deriva en una optimización estandarizada de una calidad de vida que se impone a procesos culturales de larga tradición. Si la optimización implica mejoramiento y la estandarización transforma lo diverso en idéntico ¿cómo se optimiza lo diferente si se considera lo igual como un valor superlativo? La estandarización al olvidarse de las matizaciones de la vida, crea un círculo concéntrico de necesidades materiales cuyas soluciones desembocan en desilusiones espirituales. La sociedad estandarizada puede ser entendida como un sistema que homogeniza todo para hacerse al control del comportamiento social y así influir en los gustos, los significados y valores que deben predominar. El control ayuda a transforma lo diferente en debilidades para demostrar su necesidad y eficacia.

Si bien lo anterior refleja un caudal de argumentaciones, justificaciones y explicaciones, es importante no descuidar el arte como parte fundamental de los procesos cognitivos de las personas debido a que estos repercuten en la psiquis y en la vida social. De esta manera, el arte se puede visualizar como una contrapartida semántica y psicológica de la sociedad estandarizada porque puede prevenir y proteger de los deterioros y padecimientos que son propios. Para visualizar la potencia cognitiva y semántica del arte debemos detenernos en sus márgenes de acción y función que pueden ser diferenciados por los intereses que los motivan, es decir, si en su producción las preferencias se inclinan hacia el prestigio, la contemplación o la creación.

El arte que se piensa bajo la lupa del prestigio es un medio con el cual sus seguidores intentan adquirir reputación social, contribuyendo a los modelos homogéneos que promociona la sociedad estandarizada. Con éste se enarbola los gustos de las élites bajo la convicción de ser aceptado por ellas. El arte contemplativo es una expresión acrítica que recrea la realidad como un devenir que no amerita cambios, que es suficiente tal cual como se manifiesta. Es un hábito que asume las contradicciones del mundo como experiencia visual digna de registrarse artísticamente. El arte para el prestigio o el de contemplación se diferencian en la medida en que este último busca una experiencia estética que se reduce a la expresión ¡Qué lindo!

Por su parte, el arte creativo juega aleatoriamente y en  plano horizontal con los saberes que están a disposición. Es un interés que no busca imponer preferencias y exigencias, sino ponerlas en diálogo para engendrar alguna novedad. En ésta, tanto los conocimientos sacros de las ciencias exactas como las informaciones residuales de la vida diaria se fusionan para configurar soluciones alternas a lo que las costumbres establecen. El arte creativo convierte las habilidades y conocimientos en herramientas para resignificar las circunstancias que surgen de la combinación de las preferencias personales con las ideas y valores predominantes de la cultura.

Siguiendo los planteamientos anteriores, el arte se presenta como una oportunidad transversal que permite aspirar a beneficios dispares que se pueden materializar en ámbitos diferentes, sin que obligatoriamente se excluyan. Existen consagraciones individuales, en el arte para el prestigio, que pueden impulsar algunas novedades sociales. Pueden darse casos de arte contemplativo que impulse procesos creativos por su impacto estético y también pueden aparecen condiciones para que el arte creativo adquiera prestigio y produzca vivencias estéticas positivas. Sin embargo, es el arte creativo el que aporta los mayores rendimientos que la sociedad necesita, sobre todo cuando se convive en las condiciones de una sociedad estandarizada, por las limitaciones de pensamiento crítico que en ella opera.

En suma, otorgar mayor credibilidad funcional al arte creativo, permite visualizar los saberes que en torno a él se generan, desde su producción hasta su percepción, pasando por su promoción y contextualización, como elementos constitutivos de la evolución social y el fortalecimiento de la cognición humana. 

¿SEGÚN LOS TRES TIPOS DE ARTE, CUÁL PREFIERES Y CÓMO IMPACTA EN LOS PROCESOS SOCIALES EN LOS QUE PARTICIPA?

Haz clic en comentarios y cuéntanos