Coordinador
Salón de arte popular
Reiteradamente se escucha a
muchos artistas hablar sobre la falta de criterios para escoger o excluir algunas
obras. No obstante, la gran mayoría de estos comentarios se originan precisamente
en los artistas, cuyas obras, pertenecen al segundo grupo. Parece que no hay claridad
que el primer criterio, en cualquier concurso de arte, es que algunas obras
serán escogidas y otras no. Pero sobre todo, hay una verdad inevitable: los
criterios, para deliberar en un concurso de arte, deben ser flexibles, porque por
la naturaleza intuitiva y creativa del arte es imposible definir reglas rígidas
y exactas.
Por ello, el Salón de arte
popular, para darle coherencia al sistema deliberativo, sostiene la misma
nómina de jurados, entendiendo con esto, que las discusiones se resuelven, no se
reiteran y se renuevan para dar más tiempo al análisis de las obras. Una de las
prominentes ventajas de esta nómina de jurados, a parte de su amplio
reconocimiento y trayectoria, es que cada uno de ellos tiene una especialidad diferente,
lo que contribuye ampliamente al enriquecimiento de las indagaciones. Un
ejemplo patente, de este enriquecimiento, son los artículos que cada uno de
ellos escribe para los catálogos de los Salones.
La antropóloga Gloria
Triana, se preocupa por la reivindicación, en múltiples frentes, del arte
popular. Es indudable que el arte popular existe en Colombia y que la Fundación
BAT es su único promotor, con la realización de más de 80 exposiciones, en museos y
centro culturales de todo el país. Pero según Triana, con razones convincentes,
se necesita más. En su análisis, descubre que el arte popular es una noción que
se estudia a nivel filosófico internacional y en latitudes donde las
tradiciones artesanales son prácticamente inexistentes. Sin embargo, y a pesar
de las encumbradas personalidades que estudian el arte popular, Triana observa
que en nuestro país los intelectuales de la cultura han dado la espalda a un
arte que habla sobre la cara olvidada de Colombia, limitado la posibilidad de
estructurar su mercado. En este sentido, Triana llama la atención sobre que no
son suficientes las obras y las exposiciones que se hacen con ellas, si no
existe una articulación coherente entre la academia, los intelectuales y el
mercado.
El artista plástico
Guillermo Londoño, en su análisis, se enfoca en el proceso artístico de las
obras, lo que lo lleva a la siguiente conclusión: El gran aporte del arte popular es el oficio, y este es innato a él,
nace en la intimidad del ser, de sus raíces, de su cultura. El arte popular es
un compendio de historias de vida que parecieran cotidianas. Pero en la forma
en que estos artistas entienden el objeto, o un rostro, o un paisaje,
entendemos la complejidad. Su aporte al pintar, esculpir, fotografiar o hacer
un video, tiene un carácter único. Su inmaculada relación con el origen, con la
esencia, con lo propio, desde la manualidad hasta la técnica, es lo que los
jurados aplaudimos.
Por su parte, Elvira Cuervo
de Jaramillo, exdirectora del Museo Nacional y exministra de cultura, enfoca su
mirada en el hermetismo del arte contemporáneo, que aleja al público, en
relación con el arte popular, entendiendo que este último es el resultado de
una necesidad que busca cambiar la visión internacionalista y elitista de las
artes plásticas. Por ello afirma: Constituye
para nosotros, los jurados, una especial satisfacción constatar en la
actualidad que el arte popular se ha incrustado de manera definitiva en el
corazón y en el quehacer cotidiano de miles de artistas empíricos de Colombia,
a quienes se les ha ofrecido, por primera vez, una oportunidad de presentar sus
obras de arte ante un numeroso público que las admira y en múltiples ocasiones
las adquiere.
A su turno Eduardo Serrano,
en su rol de curador y crítico de arte, se enfoca en el cambio de roles que se
ha dado entre los artistas, las obras y los curadores, siendo estos últimos los
protagonistas de la escena artística. El arte popular al estar por fuera de los
intereses de los especialistas, no ha sido permeado por la idea de que el arte
debe ir en contra de las tradiciones y saberes populares, lo que lo lleva a considerar,
como una diferenciación con el arte contemporáneo, que el arte popular tiene su
ritual fundacional en el oficio y la intervención
manual del artista (…) pero también
las ideas, los conceptos que encarnan las obras y desde luego, las posiciones
ideológicas y políticas que pongan de presente. (…) De manera que su apreciación conduzca a reacciones, no dirigidas, ni preestablecidas,
sino espontáneas, a través de las cuales el arte recobre sus dominios
aparentemente perdidos en los vericuetos intelectuales de los especialistas. En
el Salón BAT de arte popular los reflectores están sobre las obras, no sobre la
retórica de sus intérpretes.
Para una ampliación de los
enfoques y criterios de los jurados con respecto al arte popular, consultar los
catálogos de las cinco ediciones del Salón BAT de arte popular.
III Salón BAT, Bicentenario
de la Independencia:
IV Salón BAT, Identidad
Regional: http://www.fundacionbat.com.co/file/BAT-LIBROIVSALON.pdf
V Salón BAT, Colombia
plurietnica y multicultural:
http://www.fundacionbat.com.co/file/Documento/7672PeriodicoBat.pdf