Desde la creación
del Salón de arte popular comenzaron a plantearse una serie de dilemas a los
que se ha intentado dar alguna solución. No obstante, algunos han logrado
claridades sustanciales, mientras que otros permanecen inamovibles. El primero
y más evidente de estos dilemas es el
establecer la diferenciación entre el arte popular y el arte académico. Pero a
pesar del esfuerzo teórico por una definición adecuada, persiste la inquietud
de cuáles deben ser los espacios diferenciados en donde conviene presentar por
separado ambas formas de arte. Esto involucra las fortalezas y falencias que la
infraestructura cultural tiene, en relación con los mecanismos de distribución
de los bienes culturales. Situación que está más allá de las posibilidades de
la Fundación BAT.
Otro aspecto que
resalta permanentemente es la idea de un arte puro, como producto exclusivo del
artista. Idea que menoscaba el valor y la influencia que tienen las dinámicas
sociales y culturales en la producción del mismo. Tal idealización ha
distanciado el arte de las mayorías demográficas, convirtiéndose en un saber
distante que poco importa para el buen llevar de la vida diaria. Situación que evidencia,
la cada vez más precaria inversión en el mejoramiento y ampliación de la
infraestructura cultural, debido a que no se justifica subvencionar bienes
culturales que sólo interesan a las élites sociales.
También se insiste
en las limitaciones creativas de los artistas empíricos, como si la creatividad
fuera un patrimonio exclusivo de la educación profesional. Sin embargo, en doce
años de trayectoria del Salón de arte popular, se acumularon todas las pruebas
posibles para evaporar tal punto de vista. En este sentido, este certamen
encontró que los ejes temáticos propuestos han atraído beneficios en dos
aspectos: 1. Reivindica la importancia que tiene el arte en las dinámicas
sociales, debido a que ofrece potenciales formas de transitar los laberintos
que colman nuestras formas de vivir. 2. Promueve la exploración de procesos
creativos en los artistas empíricos, porque los temas exigen investigación y la
competencia obliga al perfeccionamiento y experimentación técnica.
En el primer
aspecto, todo tipo de público se entusiasma porque identifica claves de
autoreconocimiento que no dependen de deducciones académicas, sino que son
suficientes las vivencias y conocimientos particulares de las personas. Las
representaciones relacionadas con la propia cultura estimulan en el espectador
empatía hacia la propia identidad, generando un diálogo emocional y reflexivo en
personas que han permanecido por fuera del disfrute de los bienes culturales.
En el segundo
aspecto, la capacidad de producir arte exige refinamiento en la forma de
entender la realidad y especialmente en la manera como se conectan
informaciones aleatorias que sobrevienen de la investigación. De aquí, la
importancia de su divulgación. La creatividad no académica es impulsada por una
pasión que encuentra su lenguaje en el arte y que no está influenciada por
teorías estéticas. Al ser una pasión, el arte popular se dirige a lo que más
importa: el sentir colombiano.
Además, el proceso
creativo debe su capacidad de acción a las diversas situaciones que los
artistas deben pasar cuando presentar sus obras en un concurso: 1. Comparación
artística, observar las soluciones técnicas de cada una de las obras en
relación con la propia; 2. Aceptación del público, observar y escuchar las
opiniones de los presentes para identificar concordancias y disparidades con la
visión que se tiene sobre las obras y; 3. La apreciación de los especialistas,
para detectar las formas de justificar y explicar las obras.
Si bien el Salón de
arte popular apela al apoyo de instituciones culturales importantes para
alcanzar un impacto nacional, es importante acotar que hay entidades locales y
regionales que están reconociendo el valioso potencial en esta labor y han
abierto espacios para que los artistas empíricos expongan sus trabajos. Como
resultado, el arte popular viene a ocupar espacios que el arte académico había
deja de lado, convirtiéndose en un eslabón inquebrantable en la cadena cultural
que promueve el sentido de pertenencia y la empatía social hacia nuestro país.
¿Qué beneficios te ha traído tu participación en el
Salón de arte popular?
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